CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (10)
QUIMIOTERAPIA Y CABELLO
N.E. Este es el décimo post de una serie de aproximadamente quince publicaciones que estaré realizando en torno al cáncer de mama y mi experiencia como paciente y médico. El primer post lo encuentra en "Cuando los médicos se enferman (1) [0] "
N.E. Este es el décimo post de una serie de aproximadamente quince publicaciones que estaré realizando en torno al cáncer de mama y mi experiencia como paciente y médico. El primer post lo encuentra en "Cuando los médicos se enferman (1) [0] "
Bueno, ya les he contado mi diagnóstico, mi plan de tratamiento y la
socialización que hice de mi enfermedad.
También
les conté de la alimentación y la actividad física durante el tratamiento.
En
esta entrada voy a hablar de algo que puede parecer superficial, pero que tiene mucha importancia: El pelo durante la quimioterapia.
Desde
que el Dr. Robledo me dijo que yo tenía cáncer de seno, supe que iba a ser
calva por un buen periodo de tiempo.
Él me preguntó si iba a usar peluca. Le
dije que NO, me preguntó el motivo y le
dije que yo sabía que usar peluca era
una buena alternativa para muchas mujeres, pero para mí se iba a convertir en
un intento de negar lo que estaba ocurriendo,
él me respondió que era una decisión muy personal, pero que le parecía
perfecto que lo asumiera de un modo consciente.
Tomé
la decisión de cortarme el cabello desde antes de ir a cita con la Dra. Franco (oncóloga), yo solía usarlo largo
hasta los hombros y color castaño
oscuro.
Así
que el sábado fui donde Lucho que es mi estilista, a quien previamente le había escrito y le había dicho
que quería hacerme un corte extremo.
Llegué
al salón, que se llama Ba-gua, es muy acogedor y con un ambiente relajado y
tranquilo, soy cliente de ellos hace más de 5 años, ese día solo estaban Lucho y Milena que me arregla las uñas, les mostré una foto de un corte de cabello que había seleccionado por internet y
ambos hicieron cara de sorpresa, empezaron
con todo el proceso y de pronto Lucho me
dijo: “Nos va a contar a qué se debe este cambio radical?” y les conté con unas
cuantas lágrimas. Les dije que me habían diagnosticado cáncer de seno y
que iba a iniciar un proceso de quimioterapia.
Ambos se angustiaron, pero me
tranquilizaron, me dijeron que todo
iba a salir bien, que ellos tenían otros clientes que habían
pasado por situaciones similares,
que no me preocupara.
Ambos
fueron muy amables conmigo y mostraron un interés real en mi proceso todo el
tiempo.
Ese
sábado salí del salón con el cabello corto hasta las orejas y como soy
crespa, me dejaron con mis
rulos naturales.
El
primero que me vio fue mi sobrino Kazys
y me dijo que me quedaba muy bien,
que le gustaba mucho.
En
general mi nuevo corte sorprendió a todos, pero tuvo buenas críticas.
Yo
sentí que al tomar yo misma la decisión de ese primer corte de cabello, estaba también tomando el control
de la situación.
Andrés
me ayudó a buscar por internet gorros, turbantes, pañoletas y compramos de varios colores y materiales. De esos que compramos mis preferidos fueron
unos en algodón rosado y naranja, eran
suaves y frescos. No me apretaban ni me hacían sudar.
Naty
mi sobrina me regaló dos hermosos turbantes de colores espectaculares, me costó trabajo aprender a ponerlos,
pero fueron fundamentales cada vez que salía a la calle.
Me
acostumbré a ver el cabello más corto, a sentirlo menos pesado y adicionalmente
a dedicarle menos tiempo.
A
los cinco días del corte de cabello fue la primera aplicación de quimioterapia.
Cuando
la Dra. Sandra Ximena Franco me vio en control
a los quince días de la primera aplicación,
me preguntó por el pelo, le sorprendió que no se me hubiera caído, me miró, hizo cuentas y dijo: “mañana se te
va a caer” me pareció un poco chistoso,
como si fuera una broma.
Al
día siguiente de modo nada chistoso se
me empezó a caer el pelo a manotadas,
fue impresionante, quedaban zonas
totalmente calvas en mi cabeza y unos moños de pelo en mis manos que fueron
asustadores. Ni siquiera me peiné para
evitar que ese horrible streap-tease de
mi cuero cabelludo continuara.
Inmediatamente
hablé con Lucho y le conté lo que me estaba ocurriendo, me
contestó que fuera al salón, me sentó en la silla y me preguntó: “quiere
mirar el espejo mientras afeitamos la cabeza o prefiere no mirar?” le
contesté que no importaba, así que con las tijeras cortó mucho cabello y luego con la máquina
terminó el proceso… ya era oficialmente
calva.
En
mi bolso llevaba un gorrito y una pañoleta de mis nuevas adquisiciones, Lucho me dijo que había estado practicando
como poner esas pañoletas para que se vieran bonitas, así que salí con un lindo tocado verde, que me hizo sentir especial, me tomé una foto y se la mandé a Diana diciéndole
que ya tenía nuevo look.
Yo
pensaba que al afeitarme la cabeza el cuero cabelludo iba a quedar liso. Pero lo que ocurrió es que quedaron pequeños
pelitos de 3 a 5 mm de largo.
Después
de la segunda aplicación de quimioterapia empecé a sentir mucho ardor en el
cuero cabelludo, dolor, zonas enrojecidas.
Me
molestaba mucho, me incomodaba.
Así
que hablé con mi amiga Sandra que estaba
pendiente de todo este proceso y le conté.
Me dijo que le preguntáramos
a la dermatologa y me consiguió cita
para ese mismo día con Liliana Montero.
Liliana
fue increíblemente dulce, me revisó el
cuero cabelludo, me explicó que el dolor
era secundario a los medicamentos que me
estaban aplicando y también al efecto mecánico de esos pequeños pelitos que me
chuzaban. Me recomendó una loción
capilar especializada y que me pusiera paños fríos.
Cuando
me apliqué la loción capilar esa noche e hice un poco de masaje, empezaron a
caer cosas desde mi cabeza y pensé que tenía caspa, pero no,
eran los trocitos de pelo que se iban soltando con la loción, así que mejoró un poco el dolor.
Me recomendaron lavar mi cuero cabelludo con champú para bebé y eso sigo haciendo hasta hoy.
Empecé
a meter mis gorros en el congelador, en una bolsa sellable, así me los ponía fríos y eso me encantaba, lo hice hasta el final del tratamiento.
Un
día me desesperé por el dolor en el cuero cabelludo y me quité muchos de esos pelitos y le conté a
Diana, obviamente le preocupó que me
fuera a lastimar.
Tuve
una extraña relación con mi pelo todo este tiempo, primero decidí cortarlo, luego decidí dejarme calva, empecé a usar gorros, pañoletas y turbantes de modo permanente, más adelante
empecé a quedarme sin taparme la cabeza
estando con Andrés, luego con
Cenaida, luego con Viena y con Diana, de algún modo me iba apropiando de mi cabeza
que era un símbolo inequívoco de mi enfermedad y mi tratamiento.
Cuando
estaba en el quinto mes de quimioterapia,
empezó a aparecer un poco de cabello... más bien un poco de pelusa
blanca que me cubrió la cabeza, era suave y delgadita, muy lisa,
como tiritas, fue raro,
no lo esperaba, pero me
gustaba tocarme la cabeza suavecita.
Poco
a poco mi cabello ha ido tomando forma y dirección. Ha salido un poco más fuerte, en un 90% plateado, algunos cabellos castaños
y lo más impresionante es que sigue
liso.
Durante
todo el proceso fui a donde Lucho y Milena, ellos siguieron ayudándome con mis uñas
y pendientes de mi cuero cabelludo. Hoy ya no está Milena, pero Katherine me ha seguido ayudando con mis uñas.
Hace
un par de semanas fui donde Lucho y le dije que
me revisara mi cabeza, le dije que ya no
iba a usar más gorros ni pañoletas y que quería tinturarlo, sin amoniaco.
Le
mostré una foto, era un corte muy bajito, super moderno, con un tono plateado-lavanda. Volvió
a hacer la cara de angustia por esa nueva decisión extrema.
Así
que me lo tinturó y me lo recortó un poco para darle forma, ese día salí de Ba-gua con el gorro en el bolso. Lucho me puso un gorro y Lucho me lo quitó ocho meses después... no sé si él sabe lo importante que han sido esos pasos para mi proceso... pero si no lo sabía, ahora lo sabe, porque le gusta leer este blog...
Salí
convencida de que es una nueva vida,
está naciendo un nuevo cabello, un nuevo color, me dicen que brilla mucho bajo el sol. Aunque no quedó lavanda, es plateado.
Mi
radioterapeuta, el Dr. Gaitán, cada vez
que me ve, me toca la cabeza y sonríe.
Para
una mujer el cabello es un símbolo de vanidad, de delicadeza y de cuidado, me atrevería a
asegurar que las mujeres por naturaleza no deseamos ser calvas. Pero aprendí que para tener un nuevo
cabello, ser calva es solo un paso.
Llamé
a Diana y le conté que iba para mi trabajo por primera vez sin gorro ni pañoleta, ella me respondió: ”que bueno, todo va a
estar bien, no tiene porqué preocuparse”
y estuvo muy bien.
Hoy fui a un control con la Dra. Sandra Ximena Franco, lo primero que me dijo fue: "me fascina tu nueva apariencia"
Lo acepto, me siento diferente, todo ha sido un renacer.
Y
los otros cuidados?
Bueno, ya les he contado mi diagnóstico, mi plan de tratamiento y la
socialización que hice de mi enfermedad.
También
les conté de la alimentación y la actividad física durante el tratamiento.
En
esta entrada voy a hablar de algo que puede parecer superficial, pero que tiene mucha importancia: El pelo durante la quimioterapia.
Desde
que el Dr. Robledo me dijo que yo tenía cáncer de seno, supe que iba a ser
calva por un buen periodo de tiempo.
Él me preguntó si iba a usar peluca. Le
dije que NO, me preguntó el motivo y le
dije que yo sabía que usar peluca era
una buena alternativa para muchas mujeres, pero para mí se iba a convertir en
un intento de negar lo que estaba ocurriendo,
él me respondió que era una decisión muy personal, pero que le parecía
perfecto que lo asumiera de un modo consciente.
Tomé
la decisión de cortarme el cabello desde antes de ir a cita con la Dra. Franco (oncóloga), yo solía usarlo largo
hasta los hombros y color castaño
oscuro.
Así
que el sábado fui donde Lucho que es mi estilista, a quien previamente le había escrito y le había dicho
que quería hacerme un corte extremo.
Llegué
al salón, que se llama Ba-gua, es muy acogedor y con un ambiente relajado y
tranquilo, soy cliente de ellos hace más de 5 años, ese día solo estaban Lucho y Milena que me arregla las uñas, les mostré una foto de un corte de cabello que había seleccionado por internet y
ambos hicieron cara de sorpresa, empezaron
con todo el proceso y de pronto Lucho me
dijo: “Nos va a contar a qué se debe este cambio radical?” y les conté con unas
cuantas lágrimas. Les dije que me habían diagnosticado cáncer de seno y
que iba a iniciar un proceso de quimioterapia.
Ambos se angustiaron, pero me tranquilizaron, me dijeron que todo iba a salir bien, que ellos tenían otros clientes que habían pasado por situaciones similares, que no me preocupara.
Ambos se angustiaron, pero me tranquilizaron, me dijeron que todo iba a salir bien, que ellos tenían otros clientes que habían pasado por situaciones similares, que no me preocupara.
Ambos
fueron muy amables conmigo y mostraron un interés real en mi proceso todo el
tiempo.
Ese
sábado salí del salón con el cabello corto hasta las orejas y como soy
crespa, me dejaron con mis
rulos naturales.
El
primero que me vio fue mi sobrino Kazys
y me dijo que me quedaba muy bien,
que le gustaba mucho.
En
general mi nuevo corte sorprendió a todos, pero tuvo buenas críticas.
Yo
sentí que al tomar yo misma la decisión de ese primer corte de cabello, estaba también tomando el control
de la situación.
Andrés
me ayudó a buscar por internet gorros, turbantes, pañoletas y compramos de varios colores y materiales. De esos que compramos mis preferidos fueron
unos en algodón rosado y naranja, eran
suaves y frescos. No me apretaban ni me hacían sudar.
Naty
mi sobrina me regaló dos hermosos turbantes de colores espectaculares, me costó trabajo aprender a ponerlos,
pero fueron fundamentales cada vez que salía a la calle.
Me
acostumbré a ver el cabello más corto, a sentirlo menos pesado y adicionalmente
a dedicarle menos tiempo.
A
los cinco días del corte de cabello fue la primera aplicación de quimioterapia.
Cuando
la Dra. Sandra Ximena Franco me vio en control
a los quince días de la primera aplicación,
me preguntó por el pelo, le sorprendió que no se me hubiera caído, me miró, hizo cuentas y dijo: “mañana se te
va a caer” me pareció un poco chistoso,
como si fuera una broma.
Al
día siguiente de modo nada chistoso se
me empezó a caer el pelo a manotadas,
fue impresionante, quedaban zonas
totalmente calvas en mi cabeza y unos moños de pelo en mis manos que fueron
asustadores. Ni siquiera me peiné para
evitar que ese horrible streap-tease de
mi cuero cabelludo continuara.
Inmediatamente
hablé con Lucho y le conté lo que me estaba ocurriendo, me
contestó que fuera al salón, me sentó en la silla y me preguntó: “quiere
mirar el espejo mientras afeitamos la cabeza o prefiere no mirar?” le
contesté que no importaba, así que con las tijeras cortó mucho cabello y luego con la máquina
terminó el proceso… ya era oficialmente
calva.
En
mi bolso llevaba un gorrito y una pañoleta de mis nuevas adquisiciones, Lucho me dijo que había estado practicando
como poner esas pañoletas para que se vieran bonitas, así que salí con un lindo tocado verde, que me hizo sentir especial, me tomé una foto y se la mandé a Diana diciéndole
que ya tenía nuevo look.
Yo
pensaba que al afeitarme la cabeza el cuero cabelludo iba a quedar liso. Pero lo que ocurrió es que quedaron pequeños
pelitos de 3 a 5 mm de largo.
Después
de la segunda aplicación de quimioterapia empecé a sentir mucho ardor en el
cuero cabelludo, dolor, zonas enrojecidas.
Me
molestaba mucho, me incomodaba.
Así
que hablé con mi amiga Sandra que estaba
pendiente de todo este proceso y le conté.
Me dijo que le preguntáramos
a la dermatologa y me consiguió cita
para ese mismo día con Liliana Montero.
Liliana
fue increíblemente dulce, me revisó el
cuero cabelludo, me explicó que el dolor
era secundario a los medicamentos que me
estaban aplicando y también al efecto mecánico de esos pequeños pelitos que me
chuzaban. Me recomendó una loción
capilar especializada y que me pusiera paños fríos.
Cuando
me apliqué la loción capilar esa noche e hice un poco de masaje, empezaron a
caer cosas desde mi cabeza y pensé que tenía caspa, pero no,
eran los trocitos de pelo que se iban soltando con la loción, así que mejoró un poco el dolor.
Me recomendaron lavar mi cuero cabelludo con champú para bebé y eso sigo haciendo hasta hoy.
Empecé
a meter mis gorros en el congelador, en una bolsa sellable, así me los ponía fríos y eso me encantaba, lo hice hasta el final del tratamiento.
Un
día me desesperé por el dolor en el cuero cabelludo y me quité muchos de esos pelitos y le conté a
Diana, obviamente le preocupó que me
fuera a lastimar.
Tuve
una extraña relación con mi pelo todo este tiempo, primero decidí cortarlo, luego decidí dejarme calva, empecé a usar gorros, pañoletas y turbantes de modo permanente, más adelante
empecé a quedarme sin taparme la cabeza
estando con Andrés, luego con
Cenaida, luego con Viena y con Diana, de algún modo me iba apropiando de mi cabeza
que era un símbolo inequívoco de mi enfermedad y mi tratamiento.
Cuando
estaba en el quinto mes de quimioterapia,
empezó a aparecer un poco de cabello... más bien un poco de pelusa
blanca que me cubrió la cabeza, era suave y delgadita, muy lisa,
como tiritas, fue raro,
no lo esperaba, pero me
gustaba tocarme la cabeza suavecita.
Poco
a poco mi cabello ha ido tomando forma y dirección. Ha salido un poco más fuerte, en un 90% plateado, algunos cabellos castaños
y lo más impresionante es que sigue
liso.
Durante
todo el proceso fui a donde Lucho y Milena, ellos siguieron ayudándome con mis uñas
y pendientes de mi cuero cabelludo. Hoy ya no está Milena, pero Katherine me ha seguido ayudando con mis uñas.
Hace
un par de semanas fui donde Lucho y le dije que
me revisara mi cabeza, le dije que ya no
iba a usar más gorros ni pañoletas y que quería tinturarlo, sin amoniaco.
Le
mostré una foto, era un corte muy bajito, super moderno, con un tono plateado-lavanda. Volvió
a hacer la cara de angustia por esa nueva decisión extrema.
Así
que me lo tinturó y me lo recortó un poco para darle forma, ese día salí de Ba-gua con el gorro en el bolso. Lucho me puso un gorro y Lucho me lo quitó ocho meses después... no sé si él sabe lo importante que han sido esos pasos para mi proceso... pero si no lo sabía, ahora lo sabe, porque le gusta leer este blog...
Salí
convencida de que es una nueva vida,
está naciendo un nuevo cabello, un nuevo color, me dicen que brilla mucho bajo el sol. Aunque no quedó lavanda, es plateado.
Mi
radioterapeuta, el Dr. Gaitán, cada vez
que me ve, me toca la cabeza y sonríe.
Para
una mujer el cabello es un símbolo de vanidad, de delicadeza y de cuidado, me atrevería a
asegurar que las mujeres por naturaleza no deseamos ser calvas. Pero aprendí que para tener un nuevo
cabello, ser calva es solo un paso.
Llamé
a Diana y le conté que iba para mi trabajo por primera vez sin gorro ni pañoleta, ella me respondió: ”que bueno, todo va a
estar bien, no tiene porqué preocuparse”
y estuvo muy bien.
Hoy fui a un control con la Dra. Sandra Ximena Franco, lo primero que me dijo fue: "me fascina tu nueva apariencia"
Lo acepto, me siento diferente, todo ha sido un renacer.
Hoy fui a un control con la Dra. Sandra Ximena Franco, lo primero que me dijo fue: "me fascina tu nueva apariencia"
Lo acepto, me siento diferente, todo ha sido un renacer.
Y
los otros cuidados?
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