domingo, 23 de julio de 2017

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (13) SIGUE LA QUIMIOTERAPIA

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (13)

SIGUE LA QUIMIOTERAPIA
N.E. Este es el treceavo  post de una serie de publicaciones que estaré realizando en torno al cáncer de mama y mi experiencia como paciente y médico. El primer post lo encuentra en "Cuando los médicos se enferman (1) [0] "

Empiezo diciendo que la quimioterapia  fue un paso duro, pero era necesario.

Todo lo que sentí en la primera fase de la quimioterapia lo describí en la entrada anterior… y todo fue novedoso,  experimenté sensaciones que nunca había tenido... ninguna buena.

Como dije antes,  pasar Diciembre  en medio de la quimioterapia fue duro. Para mi,  la Navidad y el Año Nuevo son fiestas familiares,  de  reuniones,  de cenas y algunos tragos,  de viejos y nuevos chistes compartidos…  pero  esta vez fue diferente. 

Tuve problemas de sueño y en este periodo fui a la consulta del Dr. Santiago Rojas que me ayudó infinitamente…  de eso hablaré luego.

Pero llegó Enero y fue el momento de continuar con la segunda fase de quimioterapia.  La Dra. Sandra Franco me había explicado  que si bien los ciclos son de 21 días,  ella prefería para esta segunda parte aplicaciones semanales, o sea  que colocaban dosis menores de medicamento, pero más seguido.  Lo que implicaba 12 aplicaciones que se llevarían a cabo desde enero hasta marzo.

Para esta fase tuve que tomar corticoides antes de llegar a la aplicación, la noche anterior y la misma mañana.

Me pongo el Anestecin como siempre, donde se que me van a pinchar, pero vuelve a ser un lío,  me unto de modo desordenado, se arruga la gasa que utilizo, termino embarrada de ese gel hasta el cuello y ni hablar de la blusa.  Por cierto siempre me recomendaron llevar blusas que tuvieran botones adelante para poder hacer el procedimiento más fácil.

Desde mi apartamento hasta el Country  me demoro 5 minutos caminando.

Llegué al Country ese Jueves,  muy asustada como siempre, ya era  la primera aplicación de enero (la quinta aplicación de mi esquema) y como siempre estuve acompañada,  e inició el proceso con algunas variaciones.

En esta oportunidad también debo aclarar que los medicamentos utilizados conmigo, son los que ordenó mi oncóloga de acuerdo a mi tipo de cáncer y al estadío en el que me encuentro.   No todos los pacientes siguen los mismos esquemas.  Yo solo estoy hablando de mi experiencia.

Me canalizaron a través de mi catéter, me hidrataron primero,  solo un poco de líquido endovenoso. 

Luego  empieza el Ondansetrón,   no es necesario el Fosaprepitant que fue utilizado solo en la primera fase.  Como siempre el Ondansetrón  lo pasan lentamente,  sin ningún afán,  siento exactamente lo mismo,  el hormigueo en la frente y el dolor de cabeza.

Después me aplican hidrocortisona,  un poco más rápido,   no me provoca ningún síntoma.

Luego Ranitidina para evitar la gastritis,  tampoco me provoca molestias.  Mientras tanto me dan un poco de Benadryl para tomar  y evitar posibles alergias y  me quedo dormida rápidamente (es la primera vez que me duermo durante la aplicación).

Nuevamente se cumple el ritual,  entra la Jefe Adriana,  verifica tres veces mi nombre y el nombre impreso en el frasco que trae en la mano.  Me explica que se trata de la quimioterapia ordenada, se llama Paclitaxel, que es un derivado de la corteza de un árbol. (1)

Así que empieza a pasar muy lentamente ese líquido transparente a mi circulación,  siento un gusto raro en la boca y un vacío fuerte en el estómago,  pero me obligo a dormir un rato más.

Cuando me despierto ha pasado una hora y no ha cruzado ni la mitad del frasco,  me doy cuenta que esto va a ser más lento de lo que me imaginaba. Veo que caen las gotas muy despacio.  Me siento embotada, no se si por dormir a media mañana o si  es por el medicamento.

Sigo tomando té frío y como algunas galletas de sal.

Voy al baño varias veces.

Cuando termina el medicamento,  me hidratan un poco más, limpian el catéter, retiran la canalización y salimos.

Esos días de enero fueron soleados en general.

Llegamos al apartamento,  están mis tres peludos a la expectativa, los abrazo, les explico que todo está bien y ellos me huelen y arrugan sus pequeñas narices, supongo que detectan mi cambio de olor.

Almuerzo algo suave, me pongo mi pijama   y duermo casi toda la tarde,  con un poco de inquietud y con muchas vueltas en la cama, me da calor,  me destapo, me da frio... y así sigo varias horas

Empiezo a sentir dolor en las piernas,  en la parte posterior de los muslos y aparecen calambres en los gemelos.

La cara se me pone muy roja y la piel de las mejillas está inflamada,  me doy cuenta que son los corticoides.  Esos mismos corticoides son los que me inflaman los tobillos, me inflaman los párpados  y me hacen subir muchos kilos de peso, me suben la tensión a las nubes, pero tengo claro que son necesarios. (2)

Viernes y Sábado son de reposo, aprovecho para masajear las piernas y los brazos con aceite de almendras.  Tomo mucho líquido y té verde para poder desinflamarme un poco.  También tomo agua de apio como diurético natural.

Permanezco con un poco de dolor de cabeza, con el hormigueo en la frente, con la dificultad para ver bien  y con ese embotamiento difícil de describir.  Yo tengo varios libros  que quiero leer,  pero siguen en mi biblioteca metidos en sus plásticos respectivos.

El siguiente jueves se repite la aplicación,  sin mayores variaciones,  Diana me cuenta muchas cosas, nuevas historias, viejas historias, nos reímos un poco   e intentamos que se haga menos tedioso el  proceso.

Pero la tercera aplicación fue diferente, muy diferente.

Llegué como siempre al Country, con un poco de angustia,  un poco de acelere …  tomé mi turno,  entramos,  nos ubicamos en el cubículo número dos,  Andrés está trabajando en el portátil y Diana y yo nos ponemos a hablar de muchas cosas, empezamos a hablar de la última película de Star Wars, “El despertar de la fuerza”, estamos muy tranquilas,   cuando llega la Jefe Adriana con el Paclitaxel, ya me lo han puesto dos veces antes sin inconvenientes, así que hoy  empieza a pasar, no lleva ni un minuto  y  me siento mal.

Le digo a Diana “me siento rara”  Ella dice “Llamo a la enfermera?” y yo me deslizo un poco en la poltrona, yo misma oprimo el timbre con mi mano derecha  cuando siento una intensa presión en los oídos,  como cuando uno está bajo el agua, siento que se me van a reventar los oídos, tengo un extraño gusto metálico y herbal en la boca que se va incrementando, un  dolor de cabeza agudo como una picada que jamás en mi vida había experimentado y siento como se va cerrando mi garganta y no puedo respirar, no me entra nada de aire.

Alcanzo a ver que Diana literalmente vuela hacia afuera del cubículo a pedir ayuda y medio veo a la Jefe Adriana que entra.  Fueron segundos,  pero alcancé a sentir que me moría,  como si se me hubiera ido todo el aliento,  como si alguien hubiera apagado un interruptor y yo me hubiera apagado.  La Jefe Adriana me arrancó  el medicamento,  mientras gritaba “Doctor Molina  Me puso una inyección directa en el catéter central, luego supe que fue corticoide,  Diana y Andrés esperaban  en el pasillo mientras todo el equipo entraba, las Jefes, Enfermeras y el Doctor,  cuando ya pude volver a respirar, me empezaron a hacer preguntas,  de lo que había pasado.

Menos mal es un equipo altamente entrenado, o no  estaría hoy escribiendo y contándoles lo que me pasó.

Así de rápido como me descompensé…  me recuperé.  Con toda la ayuda de ellos.

Supongo que estuve medio inconsciente porque  no recuerdo uno o dos minutos. Solo recuerdo que giré mi cabeza hacia la derecha y vi a Diana a través de la puerta del cubículo,  en el pasillo  cogiéndose las manos con fuerza, mirando hacia una cartelera y respirando profundo.  No logro imaginarme lo que sintió.

Cuando volvió a entrar al cubículo le pregunté que me había pasado y describió que me puse verde, sudorosa y dejé de respirar,  también describió la entrada acelerada  de enfermeras y médicos.
Le pregunté donde estaba Andrés y me dijo que ya entraba,  también se angustió con el episodio.

El Dr. Molina vuelve a entrar,  me dice que lo que tuve fue una reacción de hipersensibilidad al medicamento,  que no es una reacción alérgica.  Que deben hidratarme muy bien y volver a empezar a pasarlo.  En serio?  Volver a pasarlo?  Me angustio mucho. Él se da cuenta de mi angustia,  me mira fijamente a los ojos  y me dice  “vamos a hacerlo muy despacio y todo va a estar bien”.

La Jefe Adriana me dice “Dígame si se siente igual a como se sentía cuando llegó, para poder volver a pasar el medicamento”, yo solo asiento muerta de miedo.

Así que vuelve a empezar a pasar  a mis venas el Paclitaxel,  nuevamente lento. Y yo me siento  tan rígida,  con cada musculo contraído,  no quiero sentir lo mismo que sentí.  Me pongo en alerta total. 

Diana está sentada al frente mío y Andrés un poco en diagonal, no me quitan los ojos de encima.

Veo que el Doctor y las Jefes están justo fuera de mi cubículo y dejaron el carrito al lado de ellos. 

Esta vez nos demoramos mucho más en salir que cualquier otra aplicación. Pero pudimos terminar el medicamento sin que se presentara de nuevo la reacción.

Le conté a la Dra. Franco ese mismo día al salir lo que me había ocurrido y ella con mucha calma me explicó que estas reacciones se pueden presentar, que por eso el equipo médico está siempre alerta,  pero que no debo preocuparme, vamos a continuar con el mismo esquema y si llegara a presentar algo nuevamente,  cambiaríamos el medicamento.  Salí un poco más calmada. Ella es muy profesional y sabe como tratar el tema conmigo y  bajarme la ansiedad.

No se volvió a presentar esa reacción en las siguientes aplicaciones.

Esa tarde estuve muy cansada, supongo que por todo el estrés que sentí durante la mañana.  Samuel, Galatea y Felicia,  permanecieron toda la tarde y toda la noche  enrollados al pie mío,  supongo que sintieron que algo diferente me había ocurrido ese día.

Diana también se quedó toda la tarde conmigo,  me imagino que no había vivido una situación tan estresante  en mucho tiempo.

Lo más difícil fue ir el siguiente jueves a la aplicación,  no dejé de pensar que me podía ocurrir lo mismo otra vez..

Desde ese día decidí  llevar a las aplicaciones  mis dos agujas de tejer y mis lanas. De ese modo sentía que  podía hacer algo útil durante esas horas de jueves  y no quedarme mirando como bajaban las gotas una a una.

Ese fue el día en el que los jueves que inicialmente eran “jueves de quimioterapia” se convirtieron en “jueves de costurero” …

[0]   Cuando los médicos se enferman (1)
Mónica

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