lunes, 26 de junio de 2017

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (9) QUIMIOTERAPIA Y ACTIVIDAD FÍSICA

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (9)
QUIMIOTERAPIA Y ACTIVIDAD FÍSICA


N.E. Este es el noveno post de una serie de aproximadamente quince publicaciones que estaré realizando en torno al cáncer de mama y mi experiencia como paciente y médico. El primer post lo encuentra en "Cuando los médicos se enferman (1) [0] "




Cuando fue el momento de iniciar la quimioterapia,  Sandra Ximena Franco, mi oncóloga,  me dijo  que debía tener actividad física regular, pero volvió a insistir en que debía ser indulgente,  hacer la actividad de acuerdo al nivel de energía que tuviera  sin exigirme más de la cuenta.



Yo tenía planeado todo un esquema de caminatas largas a buen ritmo,  pero la realidad fue otra.



Después de la primera aplicación,  me sentía caminando de modo inestable.  Como si estuviera caminando en gelatina. Empecé a caminar más despacio de lo normal y con momentos de descanso frecuentes.  También sentía que me faltaba el aire,  me costaba trabajo respirar.


Cualquier tropezón y sabía que me iba a ir al piso.



Un día estábamos con Diana en sala de espera donde la oncóloga  y entró una mujer,  sin pelo, obviamente en medio de quimioterapia, con muletas y con una  pierna enyesada... Diana me dijo: "terrible estar en medio de la quimioterapia y encima fracturarse" y yo le dije:  con esta inestabilidad permanente al caminar,  debe ser más frecuente de lo que uno se imagina.



Tuve que poner una silla plástica en mi ducha,  la usé para darme puntos de apoyo y no caerme o resbalarme.



El aire fresco en el parque me disminuyó de modo considerable las náuseas y el mareo, pero llegar al parque era toda una odisea.



El 90% de las visitas al parque las hice con Samuel, íbamos lentamente, sin afanes, parecíamos dos viejitos caminando cogidos de la mano.



En una visita que hice al Dr. Santiago Rojas [1] (en una próxima entrada hablaré de estas consultas),  me dijo que un problema que teníamos las mujeres era que queríamos hacer todo rápido y al mismo tiempo. Me preguntó: "Cuál es el problema de hacer una cosa y descansar un rato,  luego otra y volver a descansar?"  Obviamente esa era la solución.



Yo misma me encargué  de ir a radicar mis incapacidades, lo que implicaba una caminata de 15 cuadras,  que en otro momento me tomaría 15 minutos,  en este periodo me tardaba un poco más de una hora.



Así que el día de la aplicación de quimioterapia no caminaba nada, los dos días siguientes caminaba pero dentro del apartamento para evitar el sol porque era cuando estaba más roja mi cara y quería evitar manchas en la piel que fueran permanentes y el cuarto día iba hasta el parque en la tarde-noche.  A partir del quinto día me obligaba a salir mínimo dos veces al día. 



Con la primera fase de la quimioterapia el gran problema fue lo que ya dije,  la inestabilidad, la sensación de piernas muy débiles.   En la segunda fase de la quimioterapia se suman los  calambres y dolores musculares.



En mi casa tengo una elíptica e intenté utilizarla pero  fue imposible,  me ahogaba solo con subirme.


Adicional  al cansancio y a la sensación de dificultad para respirar, se  sumó la sudoración excesiva,  cualquier ejercicio me hacía sudar de modo abundante... y para rematar el sudor  hacía que la piel me picara de modo indescriptible.



Hace unos días estaba en el Country esperando que me llamaran para mi terapia,  de pronto se abrió el ascensor y bajó una mujer joven, con una pañoleta marrón en la cabeza, la cara redonda y pálida,  los párpados inflamados,  no tenía cejas ni pestañas,  por unos segundos nos miramos a los ojos, nunca en la vida nos habíamos visto,  ella sin dejar de mirarme me dijo: “hace cuánto terminaste?” y yo le contesté: hace dos meses.  Me dijo: “o sea que todavía tengo esperanza?” y le dije con sinceridad: Claro que sí,  esto es duro,  pero se puede salir al otro lado.  Sonrió y se fue.


Es increíble como puedo empezar a reconocerme en los ojos de alguien más.  Como puedo sentir  su dolor, su tristeza, su impotencia y su desesperación.


No tengo claro cuándo di el paso definitivo que me sacó del terreno del dolor y me puso en el nuevo territorio  del “todo es posible”,  ahora puedo sonreír y siento que puedo lograr lo que yo quiera.




Ese día que la vi a ella,  recordé cuando le dije  a Samuel en medio de una de nuestras caminatas:



Yo no me voy a morir de esto, no te preocupes.



Esa fue mi declaración.  Esa misma declaración me mantuvo fuerte y centrada.


El Dr. Santiago Rojas  me hizo entender que el cáncer era un maestro de vida y yo decidí  aprender,  yo decidí  como llevar mi tratamiento y lo estoy haciendo.  Es un camino duro,  para valientes,  es un camino que es propio.

El ejercicio?  Claro que es importante,  pero es más importante aceptarse como una persona con cáncer que ha decidido  asumir el tratamiento,  con todo lo que implica. Aceptarse con el cansancio,  entender que caminar lento no es un signo de debilidad,  es un momento de la vida.  No hay nada que demostrarle a nadie,  no es una competencia.  Me atrevo a decir que este cáncer  ha sido para mí un motivo para reflexionar y conocerme  profundamente.   Ese también es un tipo de ejercicio.


Con Diana y Viena decidimos que el próximo año vamos a hacer el camino de Santiago de Compostela[2],  lo decidimos durante las sesiones de quimioterapia,  así que ya nos estamos organizando,  cuando lo digo suena increíble,  no les parece? Hace solo unas semanas me costaba  un esfuerzo sobrehumano caminar 4 cuadras,  hoy estoy planeando caminatas de 20 kilómetros diarios en un territorio desconocido…  pero esa es la vida, momentos difíciles que nos dan la oportunidad de fortalecernos e ir más allá.


Hoy puedo decir que soy fuerte.


Y para todos los que me han preguntado por mi pelo...



[0]   Cuando los médicos se enferman (1) 
[1]   Entrevista con el Dr. Santiago Rojas
[2]   Camino de Santiago de Compostella




domingo, 18 de junio de 2017

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (8) QUIMIOTERAPIA Y ALIMENTACIÓN


CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (8)

QUIMIOTERAPIA Y ALIMENTACIÓN




N.E. Este es el octavo post de una serie de aproximadamente quince publicaciones que estaré realizando en torno al cáncer de mama y mi experiencia como paciente y médico. El primer post lo encuentra en "Cuando los médicos se enferman (1) [0] "

Voy  a empezar haciendo una confesión,  en mi caso,  el manejo de la alimentación fue complicado, me generó mucha ansiedad y me arrancó varias lágrimas.

Tomé la decisión de escuchar las recomendaciones de alimentación solamente de mi oncóloga y de la nutricionista de la Unidad de Quimioterapia.  Al resto hice oídos sordos para intentar no enloquecerme.  Con el paso de los días solo hice caso a las indicaciones de mi oncóloga y al sentido común.

Voy a describir cada recomendación,  el motivo de la recomendación y finalmente como lo adopté para mí.

Toca hidratarse a conciencia.  Como lo dije en una entrada anterior,  la quimioterapia deshidrata los tejidos,  uno permanece como en una eterna  resaca,  así que  me programé para hidratarme,  compré pedialyte pero no tomé tanto  como tenía pensado, solo me tomé dos botellas con cada aplicación. Lo salado/dulce del pedialyte me molestaba mucho.  Al principio tomaba aguas saborizadas, pero rápidamente las descarté porque me sabían a químico, la ginger ale  fue una delicia la primera aplicación pero después me daban nauseas en lugar de quitarlas. El agua natural no se sentía muy agradable.   Me recomendaron no tomar jugos.  Finalmente y hasta hoy,  resolví mi hidratación tomando agua gasificada muy fría, con unas gotas de limón,   fue una buena solución,  me hizo sentir bien y la encontraba fácilmente.

Debo comer fraccionado, evitar las comidas abundantes.  La recomendación es básicamente porque toca evitar la distensión del estómago y disminuir la posibilidad de vómito y náuseas.  También se facilita la digestión.  Eso no fue difícil,  empecé a comer por horario,  más o menos cada 3 horas comía pequeñas cosas como galletas de sal. 

Tengo que evitar las verduras crudas.  Eso ocurre porque las hortalizas durante su periodo de cultivo son regadas con aguas que no siempre son de la mejor calidad y llevan muchos parásitos, algunos quedan en la superficie, pero otros parásitos quedan dentro de la hortaliza. Toca lavarlas abundantemente, pero igual  cuando uno está en quimioterapia las defensas son muy bajas y si uno se come unos parásitos, puede terminar con una infección intestinal complicada. Si uno está bien de defensas con una lavada resuelve la situación.  Esta parte fue difícil para mí, porque normalmente como mucha ensalada. Empecé a comer vegetales al vapor o al wok, pero no es igual.  Encontré un sitio al que mando un mensaje de texto y me traen a la casa un mercado de vegetales orgánicos deliciosos, variados y hermosos. Se llama Patay [1].

Debo disminuir o suspender los lácteos.  Mi tipo de tumor era hormonal de acuerdo a los estudios, me tocaba evitar el estímulo con las hormonas que pueden contener los lácteos. Muy difícil para mí,  pero descubrí el queso de almendras y me agradó como sustituto. Aún lo sigo comprando en uno de mis restaurantes favoritos que se llama V-getal [2].

Tengo que consumir huevo.  Es importante subir el nivel de proteína,  principalmente albúmina, porque es transportadora de los medicamentos.  Claro que toca verificar la integridad de la cáscara del huevo antes de usarlo y comerlo muy bien cocinado,  no huevo crudo o medio crudo (que no es que me guste),  porque puede contener Salmonela y volvemos a la explicación de las defensas bajas y la posibilidad de infecciones.  

Debo consumir frutas frescas, de las que tienen cáscara gruesa y se pelan.  Lavarlas muy bien previamente.  Cuando dicen frescas es para evitar los enlatados y todos sus preservantes. Y lo de la cáscara gruesa y pelar  es básicamente para disminuir la ingesta de pesticidas que vienen con las frutas.  Así que  al principio solo incluí granadilla [3]  y pitahaya [4],  que me ayudaban también a regular mi intestino. Más adelante incluí bananos para disminuir los calambres.

Es mejor disminuir el consumo de carnes rojas y máximo consumirlas una vez por semana, e intentar  que la carne esté bien cocida.   Esta es una recomendación general para evitar más problemas intestinales a futuro.  Con esto no hubo problema,  no soy gran consumidora de carne en mi vida diaria.

Tengo que consumir pollo y pescado bien cocidos, preferiblemente orgánicos.  Se requiere mantener un buen nivel de proteínas en la dieta.   Eso mejora sustancialmente el tratamiento. Comí pollo a la plancha casi a diario,  me esforcé y consumí  algo de salmón, no es mi favorito, pero sabía que era importante.  Aquí hacen la recomendación puntual de no consumir Sushi  pero  en mi caso no aplica porque no me gusta el pescado y mucho menos crudo. Encontré un sitio donde venden pollo y huevos orgánicos y me los traen a domicilio,  se llama "la descendencia del gallo" [5].

Debo disminuir o evitar los azúcares refinados. Básicamente para  lograr mantener un buen balance y evitar complicaciones.  Esto requirió esfuerzo pero no fue imposible.

Limitar el consumo de alcohol.  La quimioterapia se procesa en gran medida en el hígado, lo que menos se quiere es congestionar el hígado con otras sustancias como alcohol. No hay problema, solo tomo vino  en  eventos de celebración y lo suspendí de raíz.

No debo consumir coca cola.  Esta fue muy difícil,  quienes me conocen saben que tenía una relación especial con la coca cola...  llevo sin tomar ni un sorbo desde hace 9 meses.

Disminuir el consumo de soya,  derivados y salsas. Básicamente por estímulo hormonal, no hay  problema.

El manejo, almacenamiento y procesamiento de los alimentos, requiere un mayor cuidado del habitual.  Utilizar una tabla de picar para las proteínas y otra diferente para los vegetales. Cuchillos diferentes para esa misma labor.  Preferir ollas y sartenes de acero o vidrio y evitar los de aluminio.  Cubrir todos los alimentos al ser llevados a la nevera. Calentar solo la porción que se va a consumir. Evitar  recalentar.   Preferir la comida hecha en casa en lo posible. Usar guantes para la manipulación de las carnes crudas. En fin, al principio pensé que estaba exagerando, pero luego me dí cuenta que era lo mínimo que podía hacer para cuidarme.

En resúmen,  mi menú diario para la quimioterapia: 
  • Desayuno una tortilla de huevo,  un agua aromática,  una granadilla,  una tajada de pan.
  • Media mañana otra granadilla y unas  galletas de soda.
  • Almuerzo pechuga a la plancha,  vegetales al wok,  arroz blanco,  a veces puré de papa.
  • Media tarde,  té con galletas
  • Cena  arroz blanco con huevo,  o  una tortilla de harina con alguna proteína.
  • Mínimo 8 vasos de agua.

Tomé sopa de pollo al principio, pero  no fue mi mejor aliada y la descarté  hace varios meses de mi vida... me trae pésimos recuerdos.

El día de la aplicación, el almuerzo variaba un poco, almorzábamos con Diana y con Andrés,   me gustan los fríjoles blancos con arroz  que me traen de un  restaurante que se llama Brown es una repostería [6], o una pechuga aderezada con durazno y acompañada de arroz salvaje que me traen de SUNA [7].  

A medida que avanzó el proceso me dí pequeñas libertades que disfruté.

Viena mi hermana,  me trajo siempre rosquitas de arroz. Con ellas reemplazaba las galletas de sal (saltinas),  no se imaginan la sensación,  lo salado, lo crocante...  tengo una relación histórica con las rosquitas de arroz,  así que cada vez que me comía una,  me transportaba a mis épocas de Médico rural en San Martín [8],  donde comprábamos rosquitas con Natalia y nos las comíamos mientras caminábamos  con el sol sofocante de la tarde, buscando un sitio con sombra y donde nos llegara un poco de brisa.  Parece que fue hace un siglo.

Diana me regaló un libro que se llama "Cocina para Uno" [9], de ahí preparé varias recetas, una crema de calabaza,  otra de tomate,  unos garbanzos  y unos sanduches,  buen libro.

Tuve tanta ansiedad con la comida,  que hice un listado de antojos para resolver al terminar la quimioterapia:


  • Ensalada césar de la plaza de andrés [10]
  • Lasaña de pollo con mucho queso preparada por Diana ✅
  • Ensalada thai de Crepes & Waffles [11]
  • Lomo de Isola [12]
  • Pizza de plátano de Karens [13]
  • Carne a la llanera ✅
  • Ensalada de pavo de Brown [6] 
  • Ensalada cesar y torta de La Nona de Harry [14]
  • Chilaquiles con queso de la Casa Mexicana [15]
  • Cheesecake de galletas oreo de Myriam Camhi [16]
Como verán hemos  ido  cumpliendo mis deseos (✅) ...

Ya hoy tengo una dieta más balanceada que durante la quimioterapia y mucho más balanceada que antes del diagnóstico.  Eso ha sido muy positivo para mi.

Y el ejercicio?  

Mónica



[0]
  Cuando los médicos se enferman (1)
 
[1]  Patay Mercadito Organico - WhatsApp +57 313 492 63 76
[2]  Restaurante vegetariano VG-TAL
[3]  Granadilla (Fruta)
[4]  Pitahaya (Fruta)
[5]  Tortuga Pollo Orgánico - WhatsApp +57 312 440 25 97
[6]  Brown es una repostería.
[7]  SUNA, Restaurante y Mercado
[8]  Municipio de San Martín, Meta.
[9]  Martín Galilea, Maria Pilar. Cocina para Uno. Editorial Planeta.
[10]  La Plaza de Andrés
[11]  Creppes & Waffles
[12]  Isola Restaurante
[13]  Karen's Pizza
[14]  H&B Bakery
[15]   Casa Mexicana Express
[16]   Pasteleria Myriam Camhi


lunes, 12 de junio de 2017

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (7) APROXIMÁNDOME A LA QUIMIOTERAPIA

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (7)

APROXIMÁNDOME A LA  QUIMIOTERAPIA



N.E. Este es el séptimo post de una serie de aproximadamente quince publicaciones que estaré realizando en torno al cáncer de mama y mi experiencia como paciente y médico. El primer post lo encuentra en "Cuando los médicos se enferman (1) [0] "
  

Aquí vamos,  ya con diagnóstico,  equipo médico, plan de tratamiento y con toda la socialización que se requería...   

Cuando hablé del Dr. José Fernando Robledo [1], mi Mastólogo,  dije que  yo lo escogí por su gran experiencia, por su trayectoria  y  desde que nos conocimos  ha sido un profesional,   siempre con las palabras exactas que yo  necesitaba en cada momento.  

Pero debo decir  algunas cosas adicionales,  yo soy Médico, soy terca por naturaleza y muchas veces creo tener las respuestas,  mi Médico debía ser alguien que me convenciera y no me permitiera dudar ni un minuto,  menos mal lo encontré en el primer intento.  
El Dr. Robledo ha sido un guía fuerte y poderoso  en este camino, no dudo de su criterio ni por un segundo. 

Es difícil pensar en dejar la bata y el fonendoscopio a un lado,  para convertirse en paciente,  pero cuando el Médico que se encuentra al frente es una eminencia,  esa transición es simple.  Yo me entregué a sus manos.

Les he dicho que mi Médico tiene una voz terapéutica?  Él solo dice "Mónica" y yo ya siento que todo va a estar bien y sonrío.

Como médico yo he conocido muchos pacientes que ante un diagnóstico de cáncer, empiezan el tratamiento, luego paran,  luego cambian, luego vuelven...   y eso nunca da buen resultado.  

Eso ocurre con un gran número de pacientes.

Y es que es tentador,  no es sino que uno diga: "tengo cáncer" e inmediatamente hay  cien opiniones diversas: "aplíquese la vacuna" "tome sangre de no se que cosa"  "vaya a donde la hermana sanadora", y uno en medio de la incertidumbre, el dolor, la tristeza,  la presión, puede dejarse llevar.  Pero ahora lo digo como paciente, uno debe escoger un Médico y seguir sus indicaciones,  es el único método para salir al otro lado, ellos son expertos en lo que hacen.

El Dr. Robledo fue quien escogió el Radiólogo  que me hizo la biopsia,  la marcación de mi tumor con un clip de titanio,  también escogió a la Oncóloga que me iba a tratar y nos presentó.

La Dra. Sandra Ximena Franco [2]  es mi Oncóloga,  es una mujer joven, elegante, bonita, siempre tiene una sonrisa amable,  mira a los ojos y me trata  como  a una persona,  no como una enfermedad.

Recuerdo la primera vez que entramos a su consultorio,  que por cierto siempre huele a una mezcla de dulces y chocolates, fuimos  Diana, Andrés y yo.  Ella nos saludó, se presentó y  me pidió que le contara todo desde el inicio,  sin prisas,  fijándose  en cada detalle.  Yo le conté todo.

Y fue muy profesional,  experta y tranquilizadora.  Hizo que la conversación se mantuviera en términos sencillos.

Empezó diciéndome que yo estaba en una fase temprana,  que eso hacía que estuviéramos  a tiempo.

Nos explicó que la quimioterapia utiliza diferentes combinaciones de medicamentos,  que ninguno de estos medicamentos es un  veneno,  que son ampliamente estudiados y aprobados en todo el mundo.

Nos dijo que la quimioterapia se encarga de atacar las células que tienen alto índice de replicación y en mi caso son las células del cáncer,  pero también van a atacar otras células normales  que se replican a alta velocidad, como las células de mi sangre,  de mi piel,  de mi  pelo  y otras.   Por esto se presentan la mayor parte de los efectos secundarios del tratamiento.

Como la quimioterapia ataca las células tumorales,  lo que se espera es que se detenga el crecimiento del tumor y se reduzca el tamaño.  De ese modo cuando sea el momento de operar,  la cirugía  en mi seno puede ser más pequeña.

También dijo que era muy importante saber sí mi cáncer respondía a la quimioterapia, porque no ocurre en todos los casos.

Nos explicó que escogía el esquema de quimioterapia,  dependiendo del tipo de cáncer, si estaba en etapa inicial o avanzada  y  que en ocasiones variaba los esquemas e incluso disminuían las dosis  dependiendo de la tolerancia de cada paciente.

También nos habló de los ciclos,  que en mi caso  ella iba a realizar 8 ciclos,  que comprendían dos etapas,  o sea 4 ciclos cada etapa.  Las aplicaciones se programan para cada 21 días. 

Esas tres semanas entre aplicación y aplicación  son muy curiosas:  los primeros 7 días después de la aplicación  se presentan los síntomas  de la quimioterapia,  la segunda semana es cuando más se bajan las defensas y la tercera semana empieza uno a recuperarse y ... entonces llega la siguiente aplicación y vuelve a iniciar el proceso.  

Siempre me tomaron examenes de sangre antes de cada aplicación, para verificar la función adecuada de mi hígado y  ver cómo estaban mis glóbulos blancos (las defensas)  y glóbulos rojos (ver que no tuviera anemia) 

La Dra. Franco se reunió conmigo dos veces antes de iniciar la quimioterapia, porque ella sabe  la cantidad de dudas y temores alrededor del tratamiento.

Le dedicamos un rato a hablar de hidratación permanente,  tomar  lo que yo sienta que tolero mejor,  bajo en azúcar o sin azúcar,  la hidratación adecuada es clave para este tratamiento.

Ella me dijo unas cuantas frases que se volvieron  claves en el proceso.   

Lo primero fue: "Tienes que ser indulgente contigo misma" y  me dijo que  no voy a poder hacer todo lo que hago normalmente, ni a la misma velocidad,  pero que en lugar de castigarme por eso, debo  ser indulgente,  porque tengo cáncer y estoy en quimioterapia. Es normal sentirse agotado.  Lo debo entender primero yo y hacérselo entender a los que están a mi alrededor.

También me dijo: "Entre más sufras, no te vas a recuperar más rápido",  suena obvio, pero no lo es.  Fue contundente en ese punto,  no tengo que aguantar dolor,  ni malestar, ni otros síntomas,  todo se puede manejar si lo hablo a tiempo con ella. 

Otra cosa de la que hablamos: "Mónica, tienes que aprender a aceptar el cambio y adaptarte a esta nueva realidad",  toca volverse experto en escuchar el cuerpo,  lo que necesita,  lo que se requiere reforzar o lo que se requiere evitar.  No puedo seguir con las mismas rutinas, como si no estuviera ocurriendo nada raro.

Adicionalmente  dijo: "De ahora en adelante, todo se puede preguntar, no tomes nada por obvio,  yo estoy aquí  para ayudarte en todo momento"  y debo decir que pregunté muchas cosas.

Y además me dijo: "No quiero verte con tapabocas,  el que tenga gripa que se lo ponga, para que no te contagie,  tu no estás contagiando a nadie de nada"  fue todo un cambio de paradigma porque yo estaba acostumbrada a ver  a los pacientes que iban a la quimio con tapabocas...   pero  no fue mi caso. 

Me dio recomendaciones de alimentación  y ejercicio (de esos dos temas  voy a hablar más adelante).

Dedicamos un buen rato a hablar de mi cabello... este tema también merece un capítulo especial.

Y otras recomendaciones generales  a las que les voy a dedicar  su tiempo.

Al terminar la consulta,  me pidió que subiera  a la Unidad de Oncología,  para que conociera a la Jefe Julieth quien me ayudaría con toda la parte operativa.

Así  que  seguimos el camino hacia la quimioterapia ...


Mónica



[1] Dr José Fernando Robledo Abad. El Maestro del Cáncer de Seno.
[2] Entrevista Dra Sandra Ximena Franco - Evento Charlas con Cáncer.






































domingo, 4 de junio de 2017

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (6) EL TRABAJO

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (6)

EL TRABAJO


N.E. Este es el sexto post de una serie de aproximadamente quince publicaciones que estaré realizando en torno al cáncer de mama y mi experiencia como paciente y médico.  El primer post lo encuentra en "Cuando los médicos se enferman (1) [0] "


 

En nuestra vida adulta el trabajo corresponde a una gran parte  de nuestro tiempo y consume gran parte de nuestra energía.

El trabajo se convierte en un eje central.

Y la gente con la que trabajamos?  con ellos nos encontramos diariamente, hablamos, compartimos,  discutimos, nos reconciliamos, crecemos, construimos, avanzamos... se van convirtiendo  en piezas fundamentales de nuestra vida.  

Mi trabajo me ha generado muchas cosas buenas, mucho conocimiento,  he podido conocer  la naturaleza humana,  me he aproximado a  la enfermedad, a la muerte y de paso me he acercado más  a la vida.  

En otra época tuve la oportunidad de compartir con estudiantes, ellos me enseñaron mucho más de lo que yo pude transmitirles.

Mi trabajo me ha dado madurez y me ha dado perspectiva.  Siento que a través de  los pacientes puedo ver otras realidades, otros mundos y eso  no es otra  cosa  que conocimiento,  ir paso a paso   llenando una gran biblioteca.

Tengo un gran equipo de trabajo y  al igual que con mi familia y con mis amigos,  decidí hablar con ellos de mi enfermedad,  con total claridad.
Tienen  legítimo derecho  a saber.

Cuando el diagnóstico es Cáncer como en mi caso,  me voy a ausentar por un periodo de tiempo prolongado y se requiere  asumir el cambio.  No solo yo debo asumir el cambio, ellos también tienen que hacer su cambio.

Nos reunimos con Ivonne y con mi Jefe directo,  ambos Médicos,   ya  Ivonne  tenía la información,  pero  lo hicimos más formal.  Les conté  el proceso de mi diagnóstico,  les conté de mi equipo médico del Country encargado de todo  y hablé a profundidad del plan de tratamiento.   Hicieron preguntas y  las respondí con la información que ya tenía.
Daniel me acompañó en esta reunión, es un gran respaldo.

Revisamos  mis funciones   en el trabajo y cómo podíamos hacer la redistribución.
Estuve  tranquila,  objetiva,  no fue una reunión difícil.
Fueron comprensivos, amables,  me ofrecieron  todo el apoyo necesario,  el espacio para poder llevar este proceso sin tropiezos.

Creé un grupo en WhatsApp  con todo el equipo de trabajo y el sábado en la tarde les dí la noticia, me hicieron preguntas,  respondí a todas  las preguntas,  mostraron preocupación y me desearon  que tuviera  mucha fuerza  y  me ofrecieron todo su apoyo.

La semana siguiente hicieron una reunión para despedirse antes de mi incapacidad, tomamos café, comimos pasteles y me obsequiaron un libro.  El libro se llama "No te preocupes... enfádate si quieres" [1] ,  es un libro lleno de historias cortas escritas por un monje budista que invita a la reflexión.
Debo confesar que al principio no lo encontré muy atractivo.  Supongo que alguno de Ustedes lo ha leído y entiende de qué estoy hablando.

Pero lo seguí leyendo,  en cada sala de espera e incluso fue mi compañero en las noches de insomnio.   Se volvió muy importante para mí. 

Por ejemplo,  trae una historia que le he contado a mi familia,  a Andrés, a mis amigos y ahora  les voy a contar a Ustedes un resumen para explicar mi punto: "un grupo de cazadores quería capturar pequeños monos en la selva,  se inventaron un método, tomaron un coco le abrieron un agujero,  le sacaron el agua,  moldearon el agujero para que fuera escasamente del tamaño de la manito del mono y pusieron adentro un plátano, amarraron el coco a un árbol y lo dejaron allí toda la noche.  El pequeño mono llegó atraído por el olor del plátano,  lo encontró, metió su manito y atrapó el plátano, pero cuando la fue a sacar del coco, no salió,  porque no cabía la mano con todo y plátano. Lo único que debía hacer el monito era  soltar el plátano y seguir su camino... pero no lo hizo,  él quería ese plátano,  así que se quedó toda la noche y  finalmente fue capturado sin problema a la mañana siguiente"    Esa es la historia.

La leí una y otra vez y  empecé a pensar cuántas veces en mi vida me había aferrado a una idea  y fui testaruda,  haciendo que mi vida fuera un poco más difícil,  cuando lo único que debía hacer era  "dejarla ir y seguir mi camino".  Les ha pasado?  o solo me ha pasado a mi?  En fin,  el libro trae  muchas historias,  pero no se las cuento porque se lo arruino al que lo esté leyendo.

También mi equipo de trabajo  me regaló una foto donde aparecen ellas con sus mascotas, están  Nathalie con  Kira y Dante,  Julieta con Manchas y Kaiser,  Yudy con Martín, Carolina con Oliver, Sol  con Lucas.  Están  con letreros que tienen frases como: "Todo saldrá bien", "Mejorate pronto", "Samuel Galatea y felicia a cuidar a la mamá" y otras más.  Colgué la foto en un sitio donde la veo todos los días,  varias veces al día y cada vez que los veo a todos,  sonrío.  En este proceso se hace difícil sonreír,  así que recuerdo cada sonrisa.  Ojalá Kira siguiera con nosotros. 

Ellos  han estado pendientes, me llaman,  me escriben,  me mandan videos,  me mandan obsequios y  siguen paso a paso mi proceso.

Son un gran equipo y han hecho un buen trabajo,  eso me quita un peso de encima.

Durante el proceso, los Médicos me han generado incapacidades por diferentes periodos de tiempo,  yo misma he ido a  hacer la transcripción  a través de Colmédica y la he hecho llegar al trabajo,  para  tener todo  legalizado y evitar tropiezos,   así funciona mejor  todo,  con transparencia.

Algunas personas me han preguntado por qué  tomé la decisión de  contar todo acerca de mi enfermedad sin mayores restricciones,  tanto a mi familia, como a mis amigos,  a mi equipo de trabajo y ahora a Ustedes.   La respuesta es esta: conozco de primera mano lo desgastante que es intentar ocultar el sol con un dedo,  empezar a pensar "será que fulano sabe de mi enfermedad?" "será que fulano le contó a mengano?" "será qué...?
Por eso decidí eliminar los intermediarios y fui yo misma quien gestionó la información, sin chismes ni rumores.

Alberto me escribió y me dijo que era valiente escribir sobre esto,  yo le contesté que no era valentía,  que es mejor  dejar todo este dolor, toda esta tristeza y todo este miedo afuera  y no adentro de mi alma.  Creo en la catarsis terapéutica. 😉

Bueno,  ya llegó el momento de empezar a hablar de la quimioterapia...



Mónica





[0] Cuando los médicos se enferman (1)

[1] Brahm, Ajahn.  No te preocupes, ¡enfádate si quieres!. Ed. Kairos. 2016