domingo, 30 de julio de 2017

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (14) JUEVES DE COSTURERO

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (14)

JUEVES DE COSTURERO


N.E. Este  post es parte  de una serie de publicaciones que estaré realizando en torno al cáncer de mama y mi experiencia como paciente y médico. El primer post lo encuentra en "Cuando los médicos se enferman (1) [0] "


Así que llegó el siguiente jueves,  yo llevé mis dos agujas de tejer y una lana antigua que  tenía hacía varios años guardada.

Le conté  a Diana mi proyecto  e hicimos todos los planes para ir por agujas para ella, lanas nuevas y hasta una revista de tejidos.

Todas las agujas y las lanas  que escogimos fueron gruesas,  para poder superar mis dificultades visuales.

Tati también llevó sus agujas y  nos enseñó a hacer algunos puntos,  Diana aprendió a hacer bufandas. Por increíble que parezca.  Así que  en esos meses  nos dedicamos las tres a la elaboración de bufandas.

Evidentemente no fue nada sofisticado,  pero fue increíblemente divertido.

En la Unidad de Quimioterapia, todas las Enfermeras empezaron a interesarse por nuestros tejidos y preguntaban mucho, por los colores, por los puntos, por las lanas.

Juanita,  mi Psico-oncóloga,  estaba fascinada con el proyecto,  así que cada jueves entraba con mucho interés al cubículo y se sentaba con nosotras a mirar el avance de las bufandas, se reía  de un modo ameno y con sinceridad.

También fue Juanita,  quien me habló y  me preguntó acerca de mis sentimientos hacia este proceso de quimioterapia,  me dijo que ella se enfocaba principalmente en los pacientes que estaban arrancando las aplicaciones y en los que estaban terminando,  con ella pude hablar un poco más y contarle que esto lo estaba viviendo como una etapa más en mi vida,  que lo veía como algo que debía hacer y estaba haciendo.

La primera bufanda que hice fue para Diana,  de un color lavanda suave,  en una lana abullonada,  la hice corta, para usar con un pin,  para que se viera elegante. Me dice que la ha usado  con frecuencia.

Hice para Viena una bufanda color  aguamarina,  la ha usado  cuando viene a Bogotá,  me dice que le gusta mucho.

A Margoth le hice una bufanda color tabaco, para que la pueda combinar con todo lo que quiera.

A Anama le hice una bufanda de muchos colores, principalmente morados.  Es una bufanda larga y ella se la enrolla en el cuello,  me dice que la usa casi todos los días.

A Kazys le hice una bufanda azul oscuro, es suave y fuerte a la vez.

A Andrés le hice una bufanda de un color que él mismo escogió entre amarillo  y verde, en un punto  difícil por lo que me demoré mucho.

A Laima le hice una bufanda de franjas uva y mora,    se la envié a España,  me dijo que lloró mucho cuando la recibió.

A Laura le hice una bufanda vino tinto y otra color crema y se las envié a estados unidos, en las fotos que me envió posando con las bufandas, se notaba que había llorado también.

A Andrius le hice una bufanda verde pasto,  con un punto  que simula pequeños cuadritos, como un largo ajedrez verde.

A Claudia le hice una bufanda peluda y larga de tonos rojizos, me dice que es perfecta para estas mañanas frías capitalinas.

A Tati le hice una bufanda en franjas rojas y franjas  crema, se la puso tan pronto se la entregué.

A Naty le hice una bufanda color mostaza,  le quedó preciosa.

A Sandra le hice una elegante bufanda en franjas blancas y negras.

A Valentina una bufanda pero no se la he entregado

A  Mariana le hice una bufanda peluda y morada,  parece una bufanda de un Muppet,    el morado es su color favorito.

Diana le ha hecho bufandas a Anama y a Juan Felipe,  le quedan muy bonitas. Cuando ella le regaló su primera bufanda a Juan Felipe, hecha con todo el esfuerzo del mundo,  él inmediatamente le envió un video.  Cuando Diana me mostró el video no paré de reírme varios días. Hoy buscando el video para compartirlo,  volví  a reír hasta las lágrimas. (1)

Como verán,  las bufandas para mi no son un elemento que simplemente se coloca en el cuello.  Se convirtieron en  creaciones que salían de mis manos mientras pensaba en las personas a las que iban dirigidas.  Quería que tuvieran algo mío.  No como si me estuviera despidiendo,  sino   como un símbolo de lo importantes que son para mí.  Que pienso en ellos,  que es fácil estar juntos en los momentos felices, pero también los llevo conmigo en los momentos duros, que han sido mi fuerza y mi motor.  Entregarles las bufandas fue un modo de entregarles mis abrazos.   Fue un modo de decir gracias.

No a todos les he dado bufandas, pero tiene una explicación,  parte de mi familia vive en una ciudad que  permanece por encima de los  30 grados centígrados,  así que una bufanda de lana es un poco obsoleta en esas circunstancias.  Creo que si uno mira una bufanda con ese sol llanero,  debe darle comezón.

La última bufanda que hice hasta ahora fue  para mí.  Tomé todos los trozos de lana  que habían quedado de las bufandas  anteriores y la tejí.   Es una bufanda larga, muy larga,  multicolor, multitextura, es una bufanda especial.  Cada vez que me la pongo siento que todos mis seres amados están conmigo, siento que me abrigan y siento que me protegen,  tiene un significado que no alcanzo a plasmar en estas líneas.  Es una bufanda única.

La última aplicación de quimioterapia fue el jueves 23 de marzo.  Fue una sensación increíble, saber que terminaba este pedazo del camino, un camino duro, fangoso por pedazos, árido en el resto,  un camino hecho para ser sorteado, un camino que dudo mucho que hubiera podido cruzar estando sola, como siempre digo, solo tengo agradecimiento en mi corazón para todos aquellos que me acompañaron,  en persona y en la distancia.

Ese último día todo el equipo de la Unidad de quimioterapia entró a mi cubículo  llevaron un globo amarillo con una carita feliz que decía “felicidades”,  me regalaron un chocolate y me abrazaron  y me besaron,  me dijeron “ esperamos nunca más verla por aquí,  solo puede volver a traernos buenas noticias, nada más”   y lloré.  Lloré por la meta cumplida, lloré al recordar lo vivido,  lloré y me despedí de ese equipo maravilloso que me dio la mano y me acompañó siempre con una sonrisa.

Solo volví a la Unidad de Quimioterapia dos semanas después a llevarles una carta de agradecimiento y a contarles de mi cirugía …


Mónica

domingo, 23 de julio de 2017

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (13) SIGUE LA QUIMIOTERAPIA

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (13)

SIGUE LA QUIMIOTERAPIA
N.E. Este es el treceavo  post de una serie de publicaciones que estaré realizando en torno al cáncer de mama y mi experiencia como paciente y médico. El primer post lo encuentra en "Cuando los médicos se enferman (1) [0] "

Empiezo diciendo que la quimioterapia  fue un paso duro, pero era necesario.

Todo lo que sentí en la primera fase de la quimioterapia lo describí en la entrada anterior… y todo fue novedoso,  experimenté sensaciones que nunca había tenido... ninguna buena.

Como dije antes,  pasar Diciembre  en medio de la quimioterapia fue duro. Para mi,  la Navidad y el Año Nuevo son fiestas familiares,  de  reuniones,  de cenas y algunos tragos,  de viejos y nuevos chistes compartidos…  pero  esta vez fue diferente. 

Tuve problemas de sueño y en este periodo fui a la consulta del Dr. Santiago Rojas que me ayudó infinitamente…  de eso hablaré luego.

Pero llegó Enero y fue el momento de continuar con la segunda fase de quimioterapia.  La Dra. Sandra Franco me había explicado  que si bien los ciclos son de 21 días,  ella prefería para esta segunda parte aplicaciones semanales, o sea  que colocaban dosis menores de medicamento, pero más seguido.  Lo que implicaba 12 aplicaciones que se llevarían a cabo desde enero hasta marzo.

Para esta fase tuve que tomar corticoides antes de llegar a la aplicación, la noche anterior y la misma mañana.

Me pongo el Anestecin como siempre, donde se que me van a pinchar, pero vuelve a ser un lío,  me unto de modo desordenado, se arruga la gasa que utilizo, termino embarrada de ese gel hasta el cuello y ni hablar de la blusa.  Por cierto siempre me recomendaron llevar blusas que tuvieran botones adelante para poder hacer el procedimiento más fácil.

Desde mi apartamento hasta el Country  me demoro 5 minutos caminando.

Llegué al Country ese Jueves,  muy asustada como siempre, ya era  la primera aplicación de enero (la quinta aplicación de mi esquema) y como siempre estuve acompañada,  e inició el proceso con algunas variaciones.

En esta oportunidad también debo aclarar que los medicamentos utilizados conmigo, son los que ordenó mi oncóloga de acuerdo a mi tipo de cáncer y al estadío en el que me encuentro.   No todos los pacientes siguen los mismos esquemas.  Yo solo estoy hablando de mi experiencia.

Me canalizaron a través de mi catéter, me hidrataron primero,  solo un poco de líquido endovenoso. 

Luego  empieza el Ondansetrón,   no es necesario el Fosaprepitant que fue utilizado solo en la primera fase.  Como siempre el Ondansetrón  lo pasan lentamente,  sin ningún afán,  siento exactamente lo mismo,  el hormigueo en la frente y el dolor de cabeza.

Después me aplican hidrocortisona,  un poco más rápido,   no me provoca ningún síntoma.

Luego Ranitidina para evitar la gastritis,  tampoco me provoca molestias.  Mientras tanto me dan un poco de Benadryl para tomar  y evitar posibles alergias y  me quedo dormida rápidamente (es la primera vez que me duermo durante la aplicación).

Nuevamente se cumple el ritual,  entra la Jefe Adriana,  verifica tres veces mi nombre y el nombre impreso en el frasco que trae en la mano.  Me explica que se trata de la quimioterapia ordenada, se llama Paclitaxel, que es un derivado de la corteza de un árbol. (1)

Así que empieza a pasar muy lentamente ese líquido transparente a mi circulación,  siento un gusto raro en la boca y un vacío fuerte en el estómago,  pero me obligo a dormir un rato más.

Cuando me despierto ha pasado una hora y no ha cruzado ni la mitad del frasco,  me doy cuenta que esto va a ser más lento de lo que me imaginaba. Veo que caen las gotas muy despacio.  Me siento embotada, no se si por dormir a media mañana o si  es por el medicamento.

Sigo tomando té frío y como algunas galletas de sal.

Voy al baño varias veces.

Cuando termina el medicamento,  me hidratan un poco más, limpian el catéter, retiran la canalización y salimos.

Esos días de enero fueron soleados en general.

Llegamos al apartamento,  están mis tres peludos a la expectativa, los abrazo, les explico que todo está bien y ellos me huelen y arrugan sus pequeñas narices, supongo que detectan mi cambio de olor.

Almuerzo algo suave, me pongo mi pijama   y duermo casi toda la tarde,  con un poco de inquietud y con muchas vueltas en la cama, me da calor,  me destapo, me da frio... y así sigo varias horas

Empiezo a sentir dolor en las piernas,  en la parte posterior de los muslos y aparecen calambres en los gemelos.

La cara se me pone muy roja y la piel de las mejillas está inflamada,  me doy cuenta que son los corticoides.  Esos mismos corticoides son los que me inflaman los tobillos, me inflaman los párpados  y me hacen subir muchos kilos de peso, me suben la tensión a las nubes, pero tengo claro que son necesarios. (2)

Viernes y Sábado son de reposo, aprovecho para masajear las piernas y los brazos con aceite de almendras.  Tomo mucho líquido y té verde para poder desinflamarme un poco.  También tomo agua de apio como diurético natural.

Permanezco con un poco de dolor de cabeza, con el hormigueo en la frente, con la dificultad para ver bien  y con ese embotamiento difícil de describir.  Yo tengo varios libros  que quiero leer,  pero siguen en mi biblioteca metidos en sus plásticos respectivos.

El siguiente jueves se repite la aplicación,  sin mayores variaciones,  Diana me cuenta muchas cosas, nuevas historias, viejas historias, nos reímos un poco   e intentamos que se haga menos tedioso el  proceso.

Pero la tercera aplicación fue diferente, muy diferente.

Llegué como siempre al Country, con un poco de angustia,  un poco de acelere …  tomé mi turno,  entramos,  nos ubicamos en el cubículo número dos,  Andrés está trabajando en el portátil y Diana y yo nos ponemos a hablar de muchas cosas, empezamos a hablar de la última película de Star Wars, “El despertar de la fuerza”, estamos muy tranquilas,   cuando llega la Jefe Adriana con el Paclitaxel, ya me lo han puesto dos veces antes sin inconvenientes, así que hoy  empieza a pasar, no lleva ni un minuto  y  me siento mal.

Le digo a Diana “me siento rara”  Ella dice “Llamo a la enfermera?” y yo me deslizo un poco en la poltrona, yo misma oprimo el timbre con mi mano derecha  cuando siento una intensa presión en los oídos,  como cuando uno está bajo el agua, siento que se me van a reventar los oídos, tengo un extraño gusto metálico y herbal en la boca que se va incrementando, un  dolor de cabeza agudo como una picada que jamás en mi vida había experimentado y siento como se va cerrando mi garganta y no puedo respirar, no me entra nada de aire.

Alcanzo a ver que Diana literalmente vuela hacia afuera del cubículo a pedir ayuda y medio veo a la Jefe Adriana que entra.  Fueron segundos,  pero alcancé a sentir que me moría,  como si se me hubiera ido todo el aliento,  como si alguien hubiera apagado un interruptor y yo me hubiera apagado.  La Jefe Adriana me arrancó  el medicamento,  mientras gritaba “Doctor Molina  Me puso una inyección directa en el catéter central, luego supe que fue corticoide,  Diana y Andrés esperaban  en el pasillo mientras todo el equipo entraba, las Jefes, Enfermeras y el Doctor,  cuando ya pude volver a respirar, me empezaron a hacer preguntas,  de lo que había pasado.

Menos mal es un equipo altamente entrenado, o no  estaría hoy escribiendo y contándoles lo que me pasó.

Así de rápido como me descompensé…  me recuperé.  Con toda la ayuda de ellos.

Supongo que estuve medio inconsciente porque  no recuerdo uno o dos minutos. Solo recuerdo que giré mi cabeza hacia la derecha y vi a Diana a través de la puerta del cubículo,  en el pasillo  cogiéndose las manos con fuerza, mirando hacia una cartelera y respirando profundo.  No logro imaginarme lo que sintió.

Cuando volvió a entrar al cubículo le pregunté que me había pasado y describió que me puse verde, sudorosa y dejé de respirar,  también describió la entrada acelerada  de enfermeras y médicos.
Le pregunté donde estaba Andrés y me dijo que ya entraba,  también se angustió con el episodio.

El Dr. Molina vuelve a entrar,  me dice que lo que tuve fue una reacción de hipersensibilidad al medicamento,  que no es una reacción alérgica.  Que deben hidratarme muy bien y volver a empezar a pasarlo.  En serio?  Volver a pasarlo?  Me angustio mucho. Él se da cuenta de mi angustia,  me mira fijamente a los ojos  y me dice  “vamos a hacerlo muy despacio y todo va a estar bien”.

La Jefe Adriana me dice “Dígame si se siente igual a como se sentía cuando llegó, para poder volver a pasar el medicamento”, yo solo asiento muerta de miedo.

Así que vuelve a empezar a pasar  a mis venas el Paclitaxel,  nuevamente lento. Y yo me siento  tan rígida,  con cada musculo contraído,  no quiero sentir lo mismo que sentí.  Me pongo en alerta total. 

Diana está sentada al frente mío y Andrés un poco en diagonal, no me quitan los ojos de encima.

Veo que el Doctor y las Jefes están justo fuera de mi cubículo y dejaron el carrito al lado de ellos. 

Esta vez nos demoramos mucho más en salir que cualquier otra aplicación. Pero pudimos terminar el medicamento sin que se presentara de nuevo la reacción.

Le conté a la Dra. Franco ese mismo día al salir lo que me había ocurrido y ella con mucha calma me explicó que estas reacciones se pueden presentar, que por eso el equipo médico está siempre alerta,  pero que no debo preocuparme, vamos a continuar con el mismo esquema y si llegara a presentar algo nuevamente,  cambiaríamos el medicamento.  Salí un poco más calmada. Ella es muy profesional y sabe como tratar el tema conmigo y  bajarme la ansiedad.

No se volvió a presentar esa reacción en las siguientes aplicaciones.

Esa tarde estuve muy cansada, supongo que por todo el estrés que sentí durante la mañana.  Samuel, Galatea y Felicia,  permanecieron toda la tarde y toda la noche  enrollados al pie mío,  supongo que sintieron que algo diferente me había ocurrido ese día.

Diana también se quedó toda la tarde conmigo,  me imagino que no había vivido una situación tan estresante  en mucho tiempo.

Lo más difícil fue ir el siguiente jueves a la aplicación,  no dejé de pensar que me podía ocurrir lo mismo otra vez..

Desde ese día decidí  llevar a las aplicaciones  mis dos agujas de tejer y mis lanas. De ese modo sentía que  podía hacer algo útil durante esas horas de jueves  y no quedarme mirando como bajaban las gotas una a una.

Ese fue el día en el que los jueves que inicialmente eran “jueves de quimioterapia” se convirtieron en “jueves de costurero” …

[0]   Cuando los médicos se enferman (1)
Mónica

domingo, 16 de julio de 2017

CUANDO LOS MéDICOS SE ENFERMAN (12) LA QUIMIOTERAPIA

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (12)
LA QUIMIOTERAPIA


N.E. Este es el doceavo  post de una serie de aproximadamente diecisiete publicaciones que estaré realizando en torno al cáncer de mama y mi experiencia como paciente y médico. El primer post lo encuentra en "Cuando los médicos se enferman (1) [0] "

Bueno,  arranquemos por decir que antes del inicio de la quimioterapia,  la Dra. Franco me indicó que debía colocarme un catéter venoso central para la aplicación.

La quimioterapia la pueden aplicar por diferentes vías,  pero en mi caso decidieron la colocación de un catéter en mi subclavia,  que al ser un vaso grueso,  hace que sea más fácil y más seguro.

Mi mastólogo el Dr. Robledo, me colocó mi catéter.  Diana y Tati me acompañaron al procedimiento,  lo hacen  en salas de cirugía bajo anestesia general.  Es un procedimiento corto y de bajo riesgo.  Sobretodo cuando lo hace alguien con ese nivel de experiencia.

Ese procedimiento me lo hicieron el lunes y el jueves de esa misma semana era la primera aplicación de la quimioterapia.

El martes y el miércoles tuve dolor debido a la cirugía, nada extremo,  pude manejarlo con antiinflamatorios,  pero igual fue un poco limitante.

Finalmente llegó el día,  enfrentarse a lo desconocido…  la quimioterapia.

Llegué el jueves temprano a la clínica,  primero pasé con el Dr. Robledo, me revisó el catéter y autorizó  que se aplicara la quimioterapia a través del catéter  ese mismo día.

Subimos con Diana y con Andrés al cuarto piso,  a la unidad de quimioterapia.  Allí entregan los turnos por orden de llegada,  uno va entrando y escoge cubículo.

Yo estaba muy asustada, sentía la mandíbula muy tensa, sentía frío y dolor de estómago.  Algo 100 veces más intenso que cuando debía hacer una presentación frente a un auditorio repleto de gente.

Diana no decía nada pero estaba muy nerviosa también.
Nos ubicamos en el cubículo número tres.  Con ventanas que nos permitían ver a la calle,  fue la única vez que escogí ese cubículo,  tiene cama, no me gustó estar acostada, me hizo sentir muy vulnerable.

Los cubículos de quimioterapia en el Country son nuevos, limpios, individuales.  Uno entra con sus acompañantes y encuentra un par de poltronas grandes reclinables.  Son cómodos y dan privacidad.

Claro que una vez quedé ubicada en un cubículo en la parte posterior,  ese no tiene ventana,  la aplicación se me hizo eterna y un poco lúgubre.

Ya una vez ubicados en el cubículo, me colocaron una manilla con mi nombre completo y mi identificación,  la verificaron tres veces y ese proceso lo hicieron todas las aplicaciones,  la seguridad del paciente es un proceso primordial en la institución.

Uno puede comer algo que lleve o le llevan en un pequeño carrito, café, té, galletas, emparedados, fruta, agua, no hay problema.  Siempre le advierten que antes de llegar a la aplicación es mandatorio desayunar, o si no cancelan la aplicación. 

Ya con todo listo hicieron salir a Diana y a Andrés unos minutos y  la enfermera procedió a canalizarme a través del catéter,  es un pinchazo fuerte,  sobretodo esa primera vez, es un dolor profundo pero rápido.   Para las siguientes aplicaciones de quimioterapia  me coloqué un poco de Anestecin  en la piel  sobre el catéter, lo que mejoró considerablemente el proceso.

En todas las aplicaciones estuve muy bien acompañada, estuvieron Diana, Andrés, Tati, Claudia y Viena, en intervalos, pero jamás estuve sola.

Me gustaría haber aprendido los nombres de todas esas maravillosas personas que conforman el equipo de la unidad de quimioterapia, todos me dieron la mano, me sonrieron, me ayudaron y me hicieron sentir que  todo iba a estar bien.

Siempre los llevaré en mi corazón… a  la Jefe Julieth que fue maravillosa y  absolutamente dedicada, a la Jefe Adriana que fue increíblemente profesional y amable, al Dr. Molina que estuvo siempre conmigo,  a Juanita que me miraba a los ojos y me sonreía con una sinceridad absoluta que me hizo sentir confortable. 
A todas y cada una de las enfermeras con su inmensa paciencia y amabilidad.

A todos ellos,  que aún hoy me los encuentro en el pasillo y me sonríen, se detienen y me preguntan como estoy.

Ese primer  jueves una vez estuvo canalizado mi catéter empezó una rutina que se repetiría en cada aplicación,  primero pusieron un poco de líquido para hidratarme.

Debo aclarar que los medicamentos que se colocan, varían con cada paciente, dependiendo del tipo de cáncer, del estadío y de otra serie de factores que hacen necesaria la evaluación profesional por parte del oncólogo.  Yo solo voy a hacer referencia a la quimioterapia que a mi me correspondió.

Me pusieron Fosaprepitant,  en una infusión lenta,  cerca de media hora en goteo, se utiliza para prevenir las náuseas y el vómito provocados por la quimioterapia.  Tan pronto empezó la infusión sentí que me hundía, no se explicarlo mejor,  una sensación de vacío,  embotamiento,  fue raro y lo sentí  durante los cuatro primeros ciclos que siempre iniciaron con este medicamento.

Tan pronto terminó,  siguió el turno para el Ondansetron, también lo pasan lentamente, este se utiliza también para prevenir náuseas y vómito.  Con este medicamento la sensación es un poco diferente,  siento un horrible hormigueo en la frente, justo en el centro,  es muy incómodo,  empiezo a masajearme y noto que es difícil enfocar la mirada, me cuesta trabajo leer y Diana   se preocupa,  se me calienta mucho la cara,  me pongo un poco roja.  En este también nos demoramos un buen rato.

Me aplican Dexametasona, que es un corticoide para disminuir la posible respuesta alérgica a los medicamentos y también como antiinflamatorio,  durante la aplicación no tengo mayores síntomas.

Vuelven a colocar un poco de líquidos para mantenerme hidratada,  he tomado un poco de té y he comido galletas de sal durante este periodo de aplicación.

En esos momentos entra al cubículo la Jefe Adriana con un medicamento en la mano,  en un frasco de vidrio,  y el líquido es color naranja-fucsia y la Jefe dice  “aquí llegó nuestra amiga,  esta ya es la quimio…”  mientras yo respiraba profundo,  Diana dijo “Ay no…” y con la mano hizo una señal como para bendecir el frasco,  yo se que estaba  muy estresada  pero ella intentaba mantener la calma,  para mantenerme calmada.  Ese primer medicamento corresponde a la Doxorubicina.

Empieza a pasar lentamente el líquido naranja-fucsia a mi circulación,  estoy muy nerviosa, tensa,  siento los músculos de las piernas totalmente contraídos.

El Dr. Molina entra y habla con nosotros un rato, acerca de síntomas y también mirando la reacción al medicamento.
Tan pronto sale entra la psicóloga y me pregunta cómo me siento,  pero la verdad,  no tengo ganas de hablar.

Luego siguen entrando las enfermeras,  vigilando el proceso de modo minucioso,  me advierten que cuando vaya al baño mi orina va a estar del color del medicamento y fue inmediato ese cambio de color.

Siento dolor de cabeza,  leve,  como si tuviera una diadema apretada.

Al terminar, inicia el turno la Ciclofosfamida,  un líquido transparente,  que también entra lentamente a mi cuerpo,  siento un poco de calor,  el dolor de cabeza sigue,  el hormigueo en la frente también.

Una vez se terminó el medicamento, me pasaron un poco más de líquidos,  luego limpiaron el catéter,  me retiraron la canalización y me dieron varias indicaciones,  entre ellas, debía tomar ondansetron en tabletas durante los siguientes días.

Durante los seis meses  de quimioterapia no pude leer básicamente porque no podía enfocar bien,  de hecho las letras pequeñas me siguen siendo esquivas hasta el día de hoy, pero  debo esperar todavía unos meses antes de ir al oftalmólogo.

Incluso hoy para mi es un poco difícil escribir lo que se siente ese primer día,  porque estoy segura que algunos síntomas los provocan los medicamentos,  pero la gran mayoría son provocados por mi angustia,  por sentirme tan vulnerable.

Diana me dijo: “Iniciar el tratamiento, es haber recorrido la mitad del camino”  eso me hizo sentir más tranquila, aliviada y ella tenía razón.

Salimos de la primera aplicación, era 13 de octubre, estaba haciendo un sol resplandeciente,  yo me sentía inmensamente abrumada.  Llegamos al apartamento, nos estaban esperando Samuel, Galatea y Felicia.  

Empecé a tomar líquidos,  Diana se quedó toda la tarde conmigo,  empezó a llover,  todo se puso oscuro,  pude almorzar algo suave, me puse una pijama y antes de las 3 de la tarde me acosté y dormí,   fue un sueño pesado,  denso,  nada reparador.  Me desperté casi a las 6, Andrés había regresado y estaba hablando con Diana… 

Ella me vio que estaba sentada en la cama y se me acercó a despedirse,  me dijo que la llamara en caso de cualquier eventualidad sin importar la hora,  yo la abracé y empecé a llorar… de impotencia, de desespero,  pero también de agradecimiento, ella me apretó duro entre sus brazos y me dijo “Todo va a salir bien, yo estoy con usted,  es normal sentirse triste,  mejor me voy o me pongo a llorar yo también…”  y se fue  llorando.  Sentí como se me rompía un trozo de mi alma.

Tuve dos aplicaciones en noviembre y la cuarta fue en diciembre,  la rutina fue básicamente la misma cada vez, siempre estuve asustada,  nunca logré  llegar tranquila, ni feliz a las aplicaciones.

Cada día uno va conociendo  a las otras personas que están en el mismo proceso,  pero yo no tenía muchos deseos de relacionarme,  creo que era todo el estrés  que tenía,  prefería llegar a mi cubículo,  con mis acompañantes, hacer mi proceso y salir. 

Admito que no me gustaba oír  a las otras personas hablar de sus dolores o de sus logros o sus oraciones en voz alta,  aún sabiendo que es normal querer compartir estas experiencias en las salas de espera, yo simplemente me senté en las escaleras y  me encerré  en mis pensamientos.  

Odiaba cuando la gente en diferentes lugares, quería comparar los síntomas como si estuviéramos en una competencia.

Muchas personas me preguntan qué se siente durante la quimioterapia,  yo solo lo puedo describir como desazón, como una horrible sensación de malestar constante,  no solo físico sino principalmente emocional.  Me sentía triste,  me sentía brava,  quería sentarme y me sentaba pero rápidamente quería estar de pie o  acostada y en ninguna posición estaba cómoda.

La primera etapa de la quimioterapia comprendió las cuatro aplicaciones que les cuento, la de octubre, las dos de noviembre y la de diciembre.  

Pasar las fiestas de fin de año en medio de quimioterapia fue increíblemente triste,  puede que escriba un capítulo especial al respecto, más adelante, o puede que no.

Que pasó en la segunda etapa de la quimioterapia?

Mónica


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