domingo, 30 de julio de 2017

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (14) JUEVES DE COSTURERO

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (14)

JUEVES DE COSTURERO


N.E. Este  post es parte  de una serie de publicaciones que estaré realizando en torno al cáncer de mama y mi experiencia como paciente y médico. El primer post lo encuentra en "Cuando los médicos se enferman (1) [0] "


Así que llegó el siguiente jueves,  yo llevé mis dos agujas de tejer y una lana antigua que  tenía hacía varios años guardada.

Le conté  a Diana mi proyecto  e hicimos todos los planes para ir por agujas para ella, lanas nuevas y hasta una revista de tejidos.

Todas las agujas y las lanas  que escogimos fueron gruesas,  para poder superar mis dificultades visuales.

Tati también llevó sus agujas y  nos enseñó a hacer algunos puntos,  Diana aprendió a hacer bufandas. Por increíble que parezca.  Así que  en esos meses  nos dedicamos las tres a la elaboración de bufandas.

Evidentemente no fue nada sofisticado,  pero fue increíblemente divertido.

En la Unidad de Quimioterapia, todas las Enfermeras empezaron a interesarse por nuestros tejidos y preguntaban mucho, por los colores, por los puntos, por las lanas.

Juanita,  mi Psico-oncóloga,  estaba fascinada con el proyecto,  así que cada jueves entraba con mucho interés al cubículo y se sentaba con nosotras a mirar el avance de las bufandas, se reía  de un modo ameno y con sinceridad.

También fue Juanita,  quien me habló y  me preguntó acerca de mis sentimientos hacia este proceso de quimioterapia,  me dijo que ella se enfocaba principalmente en los pacientes que estaban arrancando las aplicaciones y en los que estaban terminando,  con ella pude hablar un poco más y contarle que esto lo estaba viviendo como una etapa más en mi vida,  que lo veía como algo que debía hacer y estaba haciendo.

La primera bufanda que hice fue para Diana,  de un color lavanda suave,  en una lana abullonada,  la hice corta, para usar con un pin,  para que se viera elegante. Me dice que la ha usado  con frecuencia.

Hice para Viena una bufanda color  aguamarina,  la ha usado  cuando viene a Bogotá,  me dice que le gusta mucho.

A Margoth le hice una bufanda color tabaco, para que la pueda combinar con todo lo que quiera.

A Anama le hice una bufanda de muchos colores, principalmente morados.  Es una bufanda larga y ella se la enrolla en el cuello,  me dice que la usa casi todos los días.

A Kazys le hice una bufanda azul oscuro, es suave y fuerte a la vez.

A Andrés le hice una bufanda de un color que él mismo escogió entre amarillo  y verde, en un punto  difícil por lo que me demoré mucho.

A Laima le hice una bufanda de franjas uva y mora,    se la envié a España,  me dijo que lloró mucho cuando la recibió.

A Laura le hice una bufanda vino tinto y otra color crema y se las envié a estados unidos, en las fotos que me envió posando con las bufandas, se notaba que había llorado también.

A Andrius le hice una bufanda verde pasto,  con un punto  que simula pequeños cuadritos, como un largo ajedrez verde.

A Claudia le hice una bufanda peluda y larga de tonos rojizos, me dice que es perfecta para estas mañanas frías capitalinas.

A Tati le hice una bufanda en franjas rojas y franjas  crema, se la puso tan pronto se la entregué.

A Naty le hice una bufanda color mostaza,  le quedó preciosa.

A Sandra le hice una elegante bufanda en franjas blancas y negras.

A Valentina una bufanda pero no se la he entregado

A  Mariana le hice una bufanda peluda y morada,  parece una bufanda de un Muppet,    el morado es su color favorito.

Diana le ha hecho bufandas a Anama y a Juan Felipe,  le quedan muy bonitas. Cuando ella le regaló su primera bufanda a Juan Felipe, hecha con todo el esfuerzo del mundo,  él inmediatamente le envió un video.  Cuando Diana me mostró el video no paré de reírme varios días. Hoy buscando el video para compartirlo,  volví  a reír hasta las lágrimas. (1)

Como verán,  las bufandas para mi no son un elemento que simplemente se coloca en el cuello.  Se convirtieron en  creaciones que salían de mis manos mientras pensaba en las personas a las que iban dirigidas.  Quería que tuvieran algo mío.  No como si me estuviera despidiendo,  sino   como un símbolo de lo importantes que son para mí.  Que pienso en ellos,  que es fácil estar juntos en los momentos felices, pero también los llevo conmigo en los momentos duros, que han sido mi fuerza y mi motor.  Entregarles las bufandas fue un modo de entregarles mis abrazos.   Fue un modo de decir gracias.

No a todos les he dado bufandas, pero tiene una explicación,  parte de mi familia vive en una ciudad que  permanece por encima de los  30 grados centígrados,  así que una bufanda de lana es un poco obsoleta en esas circunstancias.  Creo que si uno mira una bufanda con ese sol llanero,  debe darle comezón.

La última bufanda que hice hasta ahora fue  para mí.  Tomé todos los trozos de lana  que habían quedado de las bufandas  anteriores y la tejí.   Es una bufanda larga, muy larga,  multicolor, multitextura, es una bufanda especial.  Cada vez que me la pongo siento que todos mis seres amados están conmigo, siento que me abrigan y siento que me protegen,  tiene un significado que no alcanzo a plasmar en estas líneas.  Es una bufanda única.

La última aplicación de quimioterapia fue el jueves 23 de marzo.  Fue una sensación increíble, saber que terminaba este pedazo del camino, un camino duro, fangoso por pedazos, árido en el resto,  un camino hecho para ser sorteado, un camino que dudo mucho que hubiera podido cruzar estando sola, como siempre digo, solo tengo agradecimiento en mi corazón para todos aquellos que me acompañaron,  en persona y en la distancia.

Ese último día todo el equipo de la Unidad de quimioterapia entró a mi cubículo  llevaron un globo amarillo con una carita feliz que decía “felicidades”,  me regalaron un chocolate y me abrazaron  y me besaron,  me dijeron “ esperamos nunca más verla por aquí,  solo puede volver a traernos buenas noticias, nada más”   y lloré.  Lloré por la meta cumplida, lloré al recordar lo vivido,  lloré y me despedí de ese equipo maravilloso que me dio la mano y me acompañó siempre con una sonrisa.

Solo volví a la Unidad de Quimioterapia dos semanas después a llevarles una carta de agradecimiento y a contarles de mi cirugía …


Mónica

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