CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN(15)
MEDICINA INTEGRATIVA
N.E. Este es el quinceavo post de una serie de publicaciones que estaré realizando en torno al cáncer de mama y mi experiencia como paciente y médico. El primer post lo encuentra en "Cuando los médicos se enferman (1) [0] "
Recién estaba en la primera o segunda cita con mi
Mastólogo, el Dr. Robledo, cuando me dijo que
adicional al tratamiento de quimioterapia, cirugía y radioterapia, el
consideraba que era importante que me viera alguien de Medicina Integrativa que
pudiera manejarme más allá de la patología y así poder controlar mi ansiedad ante la enfermedad
y ante el tratamiento.
Me dio el nombre de una Doctora, que la verdad no recuerdo
ahora e igual fue imposible conseguir
esa cita, siempre nos cruzamos y
finalmente desistí.
Decidí asistir a una consulta de Acupuntura, por primera vez en mi vida, la escogí porque quedaba cerca de mi
apartamento y alguien me dijo que era buena en su área.
Ella fue importante en el inicio de este proceso,
fue profesional, seria y me propuso un plan de tratamiento en el que debía
asistir cada semana a colocar agujas, con el fin de relajarme y prepararme para
todo este tratamiento, a mi me pareció bien.
De hecho salí contenta de esa primera consulta, llamé a Diana
y le conté con detalles, ella también
consideró que era una actividad
adicional que me iba a ayudar mucho.
Cuando asistí a la segunda cita de Acupuntura, recién me habían colocado mi catéter central para
aplicación de quimioterapia, estaba inflamada, con dolor y un poco limitado mi
brazo izquierdo por el procedimiento. La
Doctora hizo cara de angustia cuando miró el sitio del catéter, o más bien cara de horror mezclado con pánico. Preguntó varias veces el objetivo de colocar
ese catéter, yo le expliqué que era para
colocar la quimioterapia de modo más seguro.
De pronto se quedó mirándome y me dijo: “Creo que tu
tratamiento es demasiado agresivo, estás
segura de que eso es lo que quieres hacerle a tu cuerpo?”. Yo me sorprendí con la pregunta, pero le contesté que yo confiaba plenamente
en el Dr. Robledo e iba a hacer lo que él me dijera.
Me puso las agujas y al final me dijo: “Yo no creo
que debas pedir las citas semanales conmigo, más
bien dejemos abierta la posibilidad y vienes si crees que te puedo ayudar en
algo… pero hay cosas que no son compatibles con otras”.
Me sentí angustiada, salí de la consulta y llamé a Diana y le conté
todo, ella me contestó: “Yo estoy segura de que el tratamiento que le propuso
el Dr. Robledo es el adecuado” y yo le
contesté: Yo también estoy segura.
Esa respuesta de Diana me hizo sentir más
tranquila, porque cuando uno está en
medio de un terreno tan desconocido, es importante tener el respaldo de alguien
como Diana, que le dice a uno que no
está haciendo locuras. Diana fue mi
respaldo en cada paso.
Fui nuevamente donde la Acupunturista un par de
veces porque sentía que ella me podía ayudar en el manejo de la ansiedad y los
problemas de sueño que empezaron a aparecer durante los primeros meses de
quimioterapia, pero rápidamente me di
cuenta que no era suficiente o de pronto yo no confiaba ya mucho en lo que ella
me decía.
Tenía mi libro de mandalas que me habían regalado y pasaba largas horas
coloreando y peleando contra mi agudeza visual disminuida que no me ayudaba con
las pequeñas figuras. Las madrugadas
frías bogotanas me encontraban muchas veces sin haber cerrado los ojos, pero yo sentía que no tenía muchas opciones. Samuel, Galatea y Felicia me acompañaban y me
miraban como preguntándome en qué momento nos íbamos a la cama.
En Diciembre le envié un obsequio de navidad a
Adriana, agradeciéndole todo lo que
estaba haciendo por mi y el hecho de estar tan pendiente de mi evolución, de
mis citas, de mis autorizaciones… todo.
Yo a esas alturas estaba agotada, abrumada, sin dormir,
un poco desesperada y sacando fuerzas de donde no tenía.
Cuando Adriana me llamó a agradecerme mi
obsequio, me preguntó cómo estaba y le
conté de mi agotamiento. Ella me preguntó si estaba viéndome Santiago
Rojas. Yo le dije que no, pero recordé que el Dr. Robledo también me lo había nombrado
al principio, pero lo habíamos descartado porque no era fácil conseguir la cita. Adriana me ayudó a conseguir la cita a los
pocos días.
El Dr. Santiago Rojas es Médico
Bioenergético y Holístico especializado
en cuidados paliativos, de hecho atiende
pacientes con diagnósticos de cáncer o VIH.
En el país es ampliamente reconocido y respetado. Yo lo había oído nombrar muchas veces, pero
nunca me había aproximado a su consulta.
Yo fui con todo el escepticismo que me
caracteriza, yo soy Médico tradicional,
así que no estoy muy inclinada a creer
en medicinas alternativas, pero ya
estaba sintiendo que yo sola no iba a
lograrlo, Diana que estaba siguiendo mi proceso tan de cerca, me insistió en
que fuera.
Llegué temprano a la clínica del Doctor Rojas, fui sola, estaba
haciendo mucho frío y estaba lloviznando,
mi cita era a las 7 de la mañana,
me senté en la sala de espera y llegaron dos personas más. A los pocos minutos llegó el Dr. Rojas, saludó
amablemente a las otras dos personas y de pronto se dio la vuelta, se quedó mirándome y cruzó la sala a grandes
zancadas y llegó al frente mío, yo
estaba sentada, él se inclinó, tomó mi
cara entre sus manos y dijo: “No te preocupes, no tienes por qué angustiarte, ya nos vemos adentro… todo va a estar bien” me besó en la frente y
me sonrió. Yo no dije ni media palabra.
Tampoco respiré. Fue un momento intenso.
Me llamaron a consulta y una Doctora que trabaja con
el Dr. Rojas fue la encargada de hacer mi historia clínica, me preguntó todo con detalle, el tipo de cáncer, el día del diagnóstico, los
marcadores, los receptores, el tipo de tratamiento, en qué fase iba… todo,
con mucha minuciosidad, me
preguntaron por mi infancia, mi adolescencia, mi familia, mi relación de pareja, mi alimentación, mi ejercicio y llegamos a mi patrón de
sueño, les conté que estaba durmiendo
en promedio dos horas por noche y permanecía agotada todo el tiempo.
Luego me examinaron y en ese momento entró el Dr. Rojas, revisó todos los datos, hizo más preguntas dirigidas, se notaba que conocía el tema del cáncer de
seno al detalle. Una de las primeras preguntas que me hizo fue acerca del equipo médico que me
estaba atendiendo, le dije que el Dr.
Robledo y la Dra. Franco, me contestó: “Los conozco hace mucho tiempo, son excelentes, estás en muy buenas
manos. Ellos van a tratar tu
enfermedad, tienes que dejarte guiar por
ellos. Nunca voy a interferir con el tratamiento que ellos te indiquen. Yo no
voy a tratar tu enfermedad, voy a
tratarte a ti, a la persona, para que
puedas salir triunfante de este
proceso, para que puedas volver a sonreír”
Obviamente cuando hablamos de volver a sonreír… me puse a llorar, él se acercó y se quedó en silencio mirándome
intensamente y me dijo: “A qué le tienes miedo?” y yo le contesté casi sin pensarlo demasiado: a la repetición, no es miedo a morir, no es miedo al dolor, es saber que esto puede volver una y otra vez
y no se si tenga fuerza para salir
adelante.
Me miró y me dijo
con toda la seriedad: “Esa es tu decisión. Tú
decides si quieres levantar la cabeza y
ver el cielo… o si prefieres
levantar la cabeza y ver una espada de Damocles que está a punto de caerte encima. No puedes mirar el cáncer como un castigo que
te impuso la vida, el cáncer es un
maestro de vida, si tú puedes manejarlo de ese modo, yo soy tu Médico, yo te voy a ayudar y voy a ir contigo en este proceso”
Me dijo que íbamos a trabajar en cuatro cosas:
· Sueño: es mi
obligación dormir, todo lo que pueda dormir,
durante el sueño mi cuerpo se va a ir recuperando, pero si no duermo, lo someto a un gran desgaste y no me va a permitir seguir adelante con todo
este proceso. En ese momento le insistí
en la angustia que me generaba el no estar durmiendo, se dio la vuelta, me miró y me dijo: “Ese es mi trabajo, yo lo soluciono” No entendí al principio, pero la verdad fue que esa frase me quitó la
angustia de no dormir y me permitió entregarme al tratamiento.
· Alimentación:
No debo comer azúcares
refinados, me dice con toda la calma del
mundo, que él sabe lo difícil que es
manejar la alimentación durante la quimioterapia, que por eso vamos a ir paso a paso.
· Actividad física:
Me dice que debo moverme, lo que
pueda, lo que mi cuerpo me permita, pero
no puedo estarme quieta.
· Manejo de mi relación con el mundo, mi estrés, mi ansiedad, mis expectativas, mis
emociones.
También quiso saber
acerca de mi pareja, fue claro en
ese punto, me preguntó si me estaba
apoyando y me dijo que no podía dejarlo interferir en mi tratamiento.
Sonrió cuando me dijo: “Yo estoy contigo”. Y de hecho ha estado conmigo todo el tiempo,
me sonríe muchas veces y se pone serio otras tantas, pero ha estado conmigo, me ha guiado y me ha ayudado a fortalecerme.
Me ordenó algunas esencias y terapias de
desintoxicación.
Salí tranquila,
me sentí reconfortada y como siempre,
llamé a Diana, Ustedes van a
decir que no dejé a mi hermana Diana
tranquila ni un solo día…. Y es
verdad, no la dejé tranquila, la llamaba todo el tiempo, ella venía,
no le importaba tener que manejar de un lado al otro, vivimos en lugares
diferentes de la ciudad, con más de 150 cuadras de separación y quienes conocen
esta ciudad de movilidad reducida, imaginarán las horas interminables que ella
pasó a en un carro… para estar conmigo.
Ella me ofreció su apoyo incondicional y nunca me dejó sola.
Le conté todo lo ocurrido en la consulta mientras
caminaba hasta el apartamento, todos los
detalles. Ella me escuchó y se
emocionó, le gustó mucho, me dijo que me sentía contenta, la verdad es que estaba contenta.
Mientras le contaba a Diana lo que había ocurrido en
la consulta, entendí por qué el Dr.
Robledo había hablado de Medicina Integrativa y no de Medicina Alternativa, el Dr. Rojas no propone un tratamiento alterno para el cáncer, el integra su tratamiento al que uno ya trae. Es maravilloso, nunca me hizo dudar del tratamiento
establecido, no lo cuestionó, él se encargó de validarlo y reforzarlo.
Las terapias de desintoxicación fueron relajantes, metía los pies en un recipiente
con agua y el agua iba cambiando de color,
no se explicar cómo ni por
qué, pero me sentí menos inflamada. Ese proceso arrancó terminando la primera
fase de la quimioterapia y empezando la segunda fase.
Antes de tres días de iniciado el tratamiento del
Dr. Rojas, empecé a dormir mucho mejor,
varias horas, profundo,
reparador y eso marcó una diferencia gigantesca, sentí que podía lograr salir adelante. Y lo hice, en serio,
dormir bien, fue tan importante para mí
que va más allá de cualquier explicación lógica.
He ido a varias consultas con el Dr. Rojas, siempre hablamos de diferentes temas, pero toca esos cuatro pilares
fundamentales, el sueño, la
alimentación, la actividad física y mi estado emocional.
Me dijo que los tipos de pacientes son como los
tipos de estudiantes:
· Los “vagos”
que no hacen lo que se les indica y esperan que mágicamente todo salga
bien.
· Los “furiosos” que
están disgustados todo el tiempo por la situación y no logran avanzar.
· Los “sabelotodo” que llegan al Médico y ya han investigado todo lo posible sobre su
enfermedad, cuestionan todo y no se dejan guiar.
· Los “emotivos” que sienten que todo los abruma, están
tristes todo el tiempo, se lamentan y no se mueven
· Los “Juiciosos” que
hacen lo que deben hacer en los momentos oportunos y van superando las etapas.
Yo me di cuenta que todos los pacientes tenemos un poco de todos estos tipos en los
diferentes momentos del proceso, lo
importante es identificarlo, reconocerlo e irse moviendo, no quedarse esperando
soluciones mágicas.
Siempre salgo de estas consultas pensando en algo
diferente, entiendo cosas que no eran
claras para mi, así suenen obvias, así yo haya tenido en mi consulta pacientes
con cáncer, porque creo que el Dr.
Rojas no solo me ha ayudado enseñándome acerca de la enfermedad o del
tratamiento, me ha enseñado acerca de la
vida, a ser una persona más fuerte y me ha mostrado que yo decido en cada paso
del camino y más importante aún, me enseñó cómo poder dejar a un lado la bata de médico y así poder acostarme en la camilla de
paciente dejando en manos de los expertos mi tratamiento. Eso nunca podré terminar de agradecerlo. Incluso creo que hoy soy mejor Médico que antes.
En la tercera consulta me preguntó si era casada, yo me sorprendí porque ya habíamos hablado del
tema el primer día y me dijo: “Yo sé que ya lo hablamos y tengo claro que me
dijiste que eras casada, pero también sé que siempre vienes sola a mi consulta,
yo te veo sola”. Le expliqué que cuando
iba a citas con Mastología y con Oncología
iba siempre acompañada, porque me
angustiaba lo que me fueran a decir.
Pero a las citas con él iba sola,
porque me gustaba ir, me relajaba mucho. Así que me dijo: “Que bien, me encanta que te
sientas segura viniendo conmigo, siempre y cuando sea porque quieres venir sola
y no porque no tienes quien te acompañe”
Justamente mañana tengo cita con él y voy a ir sola,
porque esa es mi decisión.
Nunca olvidaré que cuando fui a la segunda cita, me
miró y me dijo: “Me estás sonriendo con toda tu cara, me sonríes con tus labios, pero más
importante aún … me sonríes con tus ojos.
Te veo más fuerte. Eso me encanta”
Y vuelvo a repetir,
Soy más fuerte cada día.
También me dijo: “Tomaste la enfermedad, aceptaste el tratamiento, aprendiste mucho de la vida y renaciste”
Y les juro que es verdad.
Y llegó la cirugía…
Mónica
Nota: Por cierto, sabían que Bogotá está de Cumpleaños este fin de semana? miren esta belleza interpretada por mi cantante favorita ...
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