domingo, 16 de julio de 2017

CUANDO LOS MéDICOS SE ENFERMAN (12) LA QUIMIOTERAPIA

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (12)
LA QUIMIOTERAPIA


N.E. Este es el doceavo  post de una serie de aproximadamente diecisiete publicaciones que estaré realizando en torno al cáncer de mama y mi experiencia como paciente y médico. El primer post lo encuentra en "Cuando los médicos se enferman (1) [0] "

Bueno,  arranquemos por decir que antes del inicio de la quimioterapia,  la Dra. Franco me indicó que debía colocarme un catéter venoso central para la aplicación.

La quimioterapia la pueden aplicar por diferentes vías,  pero en mi caso decidieron la colocación de un catéter en mi subclavia,  que al ser un vaso grueso,  hace que sea más fácil y más seguro.

Mi mastólogo el Dr. Robledo, me colocó mi catéter.  Diana y Tati me acompañaron al procedimiento,  lo hacen  en salas de cirugía bajo anestesia general.  Es un procedimiento corto y de bajo riesgo.  Sobretodo cuando lo hace alguien con ese nivel de experiencia.

Ese procedimiento me lo hicieron el lunes y el jueves de esa misma semana era la primera aplicación de la quimioterapia.

El martes y el miércoles tuve dolor debido a la cirugía, nada extremo,  pude manejarlo con antiinflamatorios,  pero igual fue un poco limitante.

Finalmente llegó el día,  enfrentarse a lo desconocido…  la quimioterapia.

Llegué el jueves temprano a la clínica,  primero pasé con el Dr. Robledo, me revisó el catéter y autorizó  que se aplicara la quimioterapia a través del catéter  ese mismo día.

Subimos con Diana y con Andrés al cuarto piso,  a la unidad de quimioterapia.  Allí entregan los turnos por orden de llegada,  uno va entrando y escoge cubículo.

Yo estaba muy asustada, sentía la mandíbula muy tensa, sentía frío y dolor de estómago.  Algo 100 veces más intenso que cuando debía hacer una presentación frente a un auditorio repleto de gente.

Diana no decía nada pero estaba muy nerviosa también.
Nos ubicamos en el cubículo número tres.  Con ventanas que nos permitían ver a la calle,  fue la única vez que escogí ese cubículo,  tiene cama, no me gustó estar acostada, me hizo sentir muy vulnerable.

Los cubículos de quimioterapia en el Country son nuevos, limpios, individuales.  Uno entra con sus acompañantes y encuentra un par de poltronas grandes reclinables.  Son cómodos y dan privacidad.

Claro que una vez quedé ubicada en un cubículo en la parte posterior,  ese no tiene ventana,  la aplicación se me hizo eterna y un poco lúgubre.

Ya una vez ubicados en el cubículo, me colocaron una manilla con mi nombre completo y mi identificación,  la verificaron tres veces y ese proceso lo hicieron todas las aplicaciones,  la seguridad del paciente es un proceso primordial en la institución.

Uno puede comer algo que lleve o le llevan en un pequeño carrito, café, té, galletas, emparedados, fruta, agua, no hay problema.  Siempre le advierten que antes de llegar a la aplicación es mandatorio desayunar, o si no cancelan la aplicación. 

Ya con todo listo hicieron salir a Diana y a Andrés unos minutos y  la enfermera procedió a canalizarme a través del catéter,  es un pinchazo fuerte,  sobretodo esa primera vez, es un dolor profundo pero rápido.   Para las siguientes aplicaciones de quimioterapia  me coloqué un poco de Anestecin  en la piel  sobre el catéter, lo que mejoró considerablemente el proceso.

En todas las aplicaciones estuve muy bien acompañada, estuvieron Diana, Andrés, Tati, Claudia y Viena, en intervalos, pero jamás estuve sola.

Me gustaría haber aprendido los nombres de todas esas maravillosas personas que conforman el equipo de la unidad de quimioterapia, todos me dieron la mano, me sonrieron, me ayudaron y me hicieron sentir que  todo iba a estar bien.

Siempre los llevaré en mi corazón… a  la Jefe Julieth que fue maravillosa y  absolutamente dedicada, a la Jefe Adriana que fue increíblemente profesional y amable, al Dr. Molina que estuvo siempre conmigo,  a Juanita que me miraba a los ojos y me sonreía con una sinceridad absoluta que me hizo sentir confortable. 
A todas y cada una de las enfermeras con su inmensa paciencia y amabilidad.

A todos ellos,  que aún hoy me los encuentro en el pasillo y me sonríen, se detienen y me preguntan como estoy.

Ese primer  jueves una vez estuvo canalizado mi catéter empezó una rutina que se repetiría en cada aplicación,  primero pusieron un poco de líquido para hidratarme.

Debo aclarar que los medicamentos que se colocan, varían con cada paciente, dependiendo del tipo de cáncer, del estadío y de otra serie de factores que hacen necesaria la evaluación profesional por parte del oncólogo.  Yo solo voy a hacer referencia a la quimioterapia que a mi me correspondió.

Me pusieron Fosaprepitant,  en una infusión lenta,  cerca de media hora en goteo, se utiliza para prevenir las náuseas y el vómito provocados por la quimioterapia.  Tan pronto empezó la infusión sentí que me hundía, no se explicarlo mejor,  una sensación de vacío,  embotamiento,  fue raro y lo sentí  durante los cuatro primeros ciclos que siempre iniciaron con este medicamento.

Tan pronto terminó,  siguió el turno para el Ondansetron, también lo pasan lentamente, este se utiliza también para prevenir náuseas y vómito.  Con este medicamento la sensación es un poco diferente,  siento un horrible hormigueo en la frente, justo en el centro,  es muy incómodo,  empiezo a masajearme y noto que es difícil enfocar la mirada, me cuesta trabajo leer y Diana   se preocupa,  se me calienta mucho la cara,  me pongo un poco roja.  En este también nos demoramos un buen rato.

Me aplican Dexametasona, que es un corticoide para disminuir la posible respuesta alérgica a los medicamentos y también como antiinflamatorio,  durante la aplicación no tengo mayores síntomas.

Vuelven a colocar un poco de líquidos para mantenerme hidratada,  he tomado un poco de té y he comido galletas de sal durante este periodo de aplicación.

En esos momentos entra al cubículo la Jefe Adriana con un medicamento en la mano,  en un frasco de vidrio,  y el líquido es color naranja-fucsia y la Jefe dice  “aquí llegó nuestra amiga,  esta ya es la quimio…”  mientras yo respiraba profundo,  Diana dijo “Ay no…” y con la mano hizo una señal como para bendecir el frasco,  yo se que estaba  muy estresada  pero ella intentaba mantener la calma,  para mantenerme calmada.  Ese primer medicamento corresponde a la Doxorubicina.

Empieza a pasar lentamente el líquido naranja-fucsia a mi circulación,  estoy muy nerviosa, tensa,  siento los músculos de las piernas totalmente contraídos.

El Dr. Molina entra y habla con nosotros un rato, acerca de síntomas y también mirando la reacción al medicamento.
Tan pronto sale entra la psicóloga y me pregunta cómo me siento,  pero la verdad,  no tengo ganas de hablar.

Luego siguen entrando las enfermeras,  vigilando el proceso de modo minucioso,  me advierten que cuando vaya al baño mi orina va a estar del color del medicamento y fue inmediato ese cambio de color.

Siento dolor de cabeza,  leve,  como si tuviera una diadema apretada.

Al terminar, inicia el turno la Ciclofosfamida,  un líquido transparente,  que también entra lentamente a mi cuerpo,  siento un poco de calor,  el dolor de cabeza sigue,  el hormigueo en la frente también.

Una vez se terminó el medicamento, me pasaron un poco más de líquidos,  luego limpiaron el catéter,  me retiraron la canalización y me dieron varias indicaciones,  entre ellas, debía tomar ondansetron en tabletas durante los siguientes días.

Durante los seis meses  de quimioterapia no pude leer básicamente porque no podía enfocar bien,  de hecho las letras pequeñas me siguen siendo esquivas hasta el día de hoy, pero  debo esperar todavía unos meses antes de ir al oftalmólogo.

Incluso hoy para mi es un poco difícil escribir lo que se siente ese primer día,  porque estoy segura que algunos síntomas los provocan los medicamentos,  pero la gran mayoría son provocados por mi angustia,  por sentirme tan vulnerable.

Diana me dijo: “Iniciar el tratamiento, es haber recorrido la mitad del camino”  eso me hizo sentir más tranquila, aliviada y ella tenía razón.

Salimos de la primera aplicación, era 13 de octubre, estaba haciendo un sol resplandeciente,  yo me sentía inmensamente abrumada.  Llegamos al apartamento, nos estaban esperando Samuel, Galatea y Felicia.  

Empecé a tomar líquidos,  Diana se quedó toda la tarde conmigo,  empezó a llover,  todo se puso oscuro,  pude almorzar algo suave, me puse una pijama y antes de las 3 de la tarde me acosté y dormí,   fue un sueño pesado,  denso,  nada reparador.  Me desperté casi a las 6, Andrés había regresado y estaba hablando con Diana… 

Ella me vio que estaba sentada en la cama y se me acercó a despedirse,  me dijo que la llamara en caso de cualquier eventualidad sin importar la hora,  yo la abracé y empecé a llorar… de impotencia, de desespero,  pero también de agradecimiento, ella me apretó duro entre sus brazos y me dijo “Todo va a salir bien, yo estoy con usted,  es normal sentirse triste,  mejor me voy o me pongo a llorar yo también…”  y se fue  llorando.  Sentí como se me rompía un trozo de mi alma.

Tuve dos aplicaciones en noviembre y la cuarta fue en diciembre,  la rutina fue básicamente la misma cada vez, siempre estuve asustada,  nunca logré  llegar tranquila, ni feliz a las aplicaciones.

Cada día uno va conociendo  a las otras personas que están en el mismo proceso,  pero yo no tenía muchos deseos de relacionarme,  creo que era todo el estrés  que tenía,  prefería llegar a mi cubículo,  con mis acompañantes, hacer mi proceso y salir. 

Admito que no me gustaba oír  a las otras personas hablar de sus dolores o de sus logros o sus oraciones en voz alta,  aún sabiendo que es normal querer compartir estas experiencias en las salas de espera, yo simplemente me senté en las escaleras y  me encerré  en mis pensamientos.  

Odiaba cuando la gente en diferentes lugares, quería comparar los síntomas como si estuviéramos en una competencia.

Muchas personas me preguntan qué se siente durante la quimioterapia,  yo solo lo puedo describir como desazón, como una horrible sensación de malestar constante,  no solo físico sino principalmente emocional.  Me sentía triste,  me sentía brava,  quería sentarme y me sentaba pero rápidamente quería estar de pie o  acostada y en ninguna posición estaba cómoda.

La primera etapa de la quimioterapia comprendió las cuatro aplicaciones que les cuento, la de octubre, las dos de noviembre y la de diciembre.  

Pasar las fiestas de fin de año en medio de quimioterapia fue increíblemente triste,  puede que escriba un capítulo especial al respecto, más adelante, o puede que no.

Que pasó en la segunda etapa de la quimioterapia?

Mónica


[0]   Cuando los médicos se enferman (1)



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