lunes, 29 de mayo de 2017

CUANDO LOS MEDICOS SE ENFERMAN (5) LOS PELUDOS

CUANDO LOS MÉDICOS SE ENFERMAN (5)

LOS PELUDOS



N.E. Este es el quinto post de una serie de aproximadamente quince publicaciones que estaré realizando en torno al cáncer de mama y mi experiencia como paciente y médico.  El primer post lo encuentra en "Cuando los médicos se enferman (1) [0] "



Aquí estamos con Samuel,  Husky Siberiano, hermoso, fiel, inteligente,  el mejor compañero. 

Está con nosotros desde hace más de 13 años.

Yo entiendo que para muchas personas los perros y los gatos, son sólo animales de compañía,  pero en mi caso,  son mucho más,   están conmigo por un motivo,  yo los respeto en todas sus dimensiones y ellos  me respetan.

Samuel supo de mi enfermedad antes que yo (al menos un (1) año antes),  él cambió su comportamiento,  me despertaba angustiado por las noches,  me ladraba,  me aullaba y cambió muchas de sus rutinas conmigo, supongo que él quería decirme que hiciera algo, porque algo no estaba funcionando,  solo que yo no supe  traducir sus angustias.   Todos esos cambios los noté desde varios meses antes del diagnóstico.

Él lleva  con nosotros muchos años,  nos conoce y lo conocemos,  es un hermoso compañero en las caminatas largas y cortas.  También varió su comportamiento cuando mi tratamiento inició.
Cuidamos algunos gatos callejeros que están cerca a nuestro apartamento.  Desde el  2012  empezamos a alimentarlos,  a vacunarlos, a capturarlos para esterilizarlos y la más difícil fue la mamá de todos los gaticos, pero finalmente lo logramos.  De la última camada de la gata,  adoptamos a dos bellezas,  Galatea  y Felicia, son hermosas, juguetonas,  tiernas, delicadas y fuertes,  son una mezcla de sorpresas  que nos hacen sonreir todos los días.

Ellas dos  tienen con nosotros un poco más de 2 años y empezaron a acostarse sobre mi pecho tan pronto yo me acostaba y ronroneaban con mucha fuerza,  creo que también detectaron el problema antes que yo y estaban  intentando solucionarlo a su modo.

Mejor dicho, ellos tres podían  leer  los cambios en mi cuerpo mucho mejor que yo.

Cuando ya  hubo un diagnóstico claro y como lo dije en una entrada anterior,  hablé con ellos tres quienes me miraban comprensivos y angustiados.

Tanto al Dr. Robledo como al Dr. Gaitán (Radioterapia)  les pregunté si ellos tres iban a estar seguros en medio de mi tratamiento,  me preocupaba  irradiarlos o que se yo,  pero fueron claros al decirme  que no había ningún problema,  que ellos no iban a afectarse y de paso que yo no me iba a afectar negativamente por ellos.

Cuando ya inicié la quimioterapia  que fue el primer paso en este recorrido, ellos asumieron diferentes papeles  en torno a mi.

Samuel  empezó a dormir en el tapete al lado de mi cama y el día de la  aplicación de la quimioterapia,  me ladraba  cada hora o máximo cada dos horas,  era un ladrido suave y apoyaba el hocico sobre mi mano,  yo me despertaba e inmediatamente sentía  que debía ir a orinar,  iba  al baño  desocupaba mi vejiga,  me lavaba las manos y volvía a la cama, en ese momento él  se volvía a acostar y repetíamos esa rutina toda  la noche.  El veterinario me dijo que ellos tienen la capacidad de olfatear  todos esos químicos  y eso podía hacerlo actuar de esa manera.

Cuando Andrés lo sacaba al parque a caminar, muchas veces cuando yo estaba más débil, él bajaba rápidamente,  orinaba en el árbol de la entrada y se volvía a subir y se acostaba hecho un rollito a mi lado,  no quería alejarse de mi.
Cuando ya empezaba yo a salir con él al parque,  caminaba  muy despacio y pegado a mi muslo, mirándome con frecuencia, llegábamos al parque que queda a 4 cuadras y le ladraba a la banca,  para que yo me sentara,  luego el se iba y caminaba siempre cerca a donde yo estaba,  sin dejar que nadie se me acercara.

Empezamos a detectar que un día antes de mi aplicación de quimioterapia,  se enfermaba del estómago,  luego se mejoraba sin medicamentos.  Yo creo que el absorbía un poco de mi estrés y por eso  presentaba esos síntomas.
Cuando llegábamos de las aplicaciones nos recibía  batiendo la cola rápidamente y luego se  acercaba a olerme. 

Galatea y Felicia,  mis dos chiquitas,  cuando inició la quimioterapia, empezaron a acostarse en mis pies.  Yo me la pasaba con la cara caliente y los pies helados a pesar de las medias,  ellas se encargaban de esa situación.
Dejaron de llamarme para que les diera de comer,  empezaron a llamar a Andrés para esas labores cotidianas.

Siempre permanecían  a poca distancia de donde yo estaba, a mi lado, o en mis pies, o en mis piernas.
Ellas no son las más sociables del mundo, supongo que por su experiencia en la calle,  no se acercan  a muchas personas,  pero ambas entablaron una relación con Diana mi hermana,   creo que  pensaban  que esa persona  me estaba ayudando mucho y  eso la hacía una persona más en la que se podía confiar.

Hubo muchas noches durante este proceso en las que no podía dormir, así que me levantaba de la cama,  me acercaba a las ventanas del apartamento a mirar el semáforo de la esquina,  de verde a amarillo y luego a rojo...  nuevamente  verde...  y eran horas interminables,  Samuel, Galatea y Felicia, permanecían a mi lado,  si yo caminaba por  el pasillo, con mis pasos cansados, ellos caminaban conmigo,  parecíamos cuatro celadores haciendo sus rondas.  Y cuando  yo volvía  a la cama,  ellos nuevamente adoptaban sus posiciones. 

Ellos tres han sido mis  escuderos todo este tiempo,  como dije al principio ya teníamos una relación desde  antes de mi diagnóstico  y esa relación  se ha fortalecido,  ha variado un poco,  pero  es una relación sana.  Ellos son un motor  para mi.
Siempre quiero llegar a la casa  a abrazarlos y contarles  que ocurrió durante el día.
Quiero levantarme de la cama para salir a caminar con Samuel o para  peinar a Galatea y Felicia.  No son demandantes,  no me critican, para ellos así haya subido de peso, o esté calva, o esté cansada,  o esté deprimida, o esté llorando,  yo soy su persona,  la que les rasca la panza, la que les besa la frente y les dice que los ama.

Si Ustedes tienen animalitos en  sus vidas,  me van a entender,  si no los tienen... creo que es una aproximación más difícil.

Doy gracias a la vida por haberme dado la oportunidad de tenerlos a ellos tres conmigo durante este proceso.

Y en el trabajo?


Mónica

[0] Cuando los médicos se enferman (1)





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